Los conflictos son inevitables, en ciertas ocasiones el problema es entre ustedes; en otras, ustedes contra el mundo, pero les podemos asegurar que los problemas vendrán. Deben asumir que toda relación atraviesa tiempos difíciles. Una de las lecciones más arduas es aprender a solucionar los problemas y canalizar las diferencias de manera positiva, sin que lleve demasiado tiempo y no consuma mucha energía.
Cada conflicto puede ser visto como una oportunidad para crecer y madurar. Los esposos deben adquirir la habilidad para manejar las desavenencias con pericia y sabiduría. La persona que dice que en su matrimonio nunca existió un desacuerdo, miente. Los choques de expectativas, los intereses diferentes y las opiniones divergentes acerca de muchas cuestiones generan conflictos; y en esto no radica el problema, sino en la forma en que las personas reaccionan ante ellos.
He aquí algunos consejos que te ayudarán a resolver los desacuerdos de manera positiva:
- Enfrenta el conflicto lo más pronto posible. No niegues el problema, tampoco lo minimices o exageres. Por lo general el paso del tiempo por sí solo no mejora las relaciones sino que las empeora. Las dificultades matrimoniales son como las caries, si no se atienden se vuelven más dolorosas.
Ponerse de acuerdo para conversar sin guardar rencor es el principio para la resolución de los conflictos.
- No permitas el abuso emocional. Tratar o ser tratado de una manera vulgar que rebaje tu autoestima, así como el empleo de gestos para intimidar o dañar emocionalmente son inaceptables en una relación saludable. “Algunas personas hacen comentarios hirientes, pero las palabras del sabio traen alivio”, Proverbios 12:18 (NTV). Los novios (y los esposos) deberían saber que la forma en que uno comunica las cosas acaricia o lastima la autoestima de la otra persona. Edificar por medio de las palabras es relativamente fácil y los réditos se multiplican en el tiempo. “El sabio de corazón controla su boca; con sus labios promueve el saber”, Proverbios 16:23 (NVI). Sembrar en el corazón de nuestra pareja semillas de aceptación, amor, gratitud y dulzura aseguran una sublime cosecha de buenos momentos compartidos. Hoy es un excelente día para comenzar con esta tarea, ¿por qué privarse de tantos beneficios cuando puedes acariciar el corazón de tu pareja por medio de las palabras amables?
- Baja el tono de tu voz. “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos… y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”, Efesios 4:31-32 (NVI). La forma en que uno comunica las cosas suele dañar más que el conflicto mismo. Hay personas que creen que una relación solo puede funcionar si sus contrayentes “dicen las cosas como son”. Esto es verdad, si tomas en cuenta los sentimientos de la otra persona; pero si dices a “secas” las cosas, sin valorar o apreciar al otro, el vínculo se destrozará. “Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos”, Hebreos 12:15 (NTV). Un tono poco respetuoso irrita tanto a hombres como a mujeres. No es lo que decimos lo que ofende sino cómo lo decimos.
- No utilices frases como: “tú nunca…”, “tú siempre…”, “será que alguna vez…”, “por qué no puedes ser igual a…”. Habla con calma y adopta una actitud afectuosa. “Panal de miel son las palabras amables; endulzan la vida y dan salud al cuerpo”, Proverbios 16:24 (NVI).
- Confronta el problema y no a tu pareja. “Hablaremos la verdad con amor”, Efesios 4:15 (NTV). Tu novio/a no es tu enemigo; simplemente, es un ser humano con una opinión distinta a la tuya. “Muchos matrimonios serían mejores si el marido y la mujer comprendieran que ambos están del mismo lado”, Zig Ziglar. No descalifiques ni insultes. No agredas con tus palabras o actitudes. “La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”, Proverbios 15:1, 18:21 (NVI).
- Expresa tus sentimientos. Usa frases que comiencen con “yo” para compartir tu responsabilidad en el conflicto. “Yo siento mucho dolor cuando no cumples lo que dices”. “Yo me siento muy mal cuando haces bromas sobre mí frente a tus amigos”. Evita las frases que comiencen con “tú”, como por ejemplo: “tú eres tan insensible y dominante”, Sheryl Dewitt.
- Trata un tema a la vez. Presentarse con una larga lista de temas por resolver resulta intimidante para la otra persona. No podrás arreglar todas las cuestiones que te preocupan en una sola charla. Es mucho mejor progresar en un área de la relación, que simplemente intentar resolver todos los problemas.
- Sé flexible. “No hagan nada por orgullo o solo por pelear. Al contrario, hagan todo con humildad… Nadie busque el bien solo para sí mismo, sino para todos”, Filipenses 2:3-4 (TLA). Retroceder, alejarse del conflicto, ceder para llevarse bien o “ceder un poco para tener un poco”, pueden ser estilos efectivos en la resolución de los conflictos. El método ganar – perder atenta contra la salud de la relación. En cambio, ganar – ganar debería ser tu lema y tu meta. Si ambos ganan, el matrimonio mejora. Por encima del conflicto hay una relación, y mejorarla debe ser siempre el objetivo.
- Aprende a escuchar. “Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse”, Santiago 1:19 (NVI). Toda persona quiere que se le preste atención cuando habla. Tu pareja merece esa consideración. No interrumpas mientras habla, valora sus apreciaciones y muéstrate receptivo en sus sentimientos. “…Entre los que aman la paz, reina la alegría”, Proverbios 12:20b (RVC).
- Pregunta a tu pareja si te ha entendido. La mayoría de las peleas se originan o se acentúan porque no se ha entendido bien lo que se ha querido comunicar. Dave Currie dijo: “La comunicación percibida sin aclaración usualmente lleva a la frustración; y en estas condiciones, nadie gana”. Es muy popular la frase: “Sé que crees haber entendido lo que creo haber dicho, pero no estoy seguro de si te has dado cuenta de que lo que has oído, no es lo que quise decir”. Nosotros hemos llegado a la conclusión que entre los esposos el espacio físico es ocupado muchas veces por demonios que distorsionan el mensaje del cónyuge generándose conflictos solo por influencia de ellos.
- Elije el momento oportuno. Las peleas empeoran cuando uno está cansado o malhumorado. Puedes llegar a decir cosas que más tarde lamentes. “El que es inteligente mide sus palabras; el que es prudente mantiene la calma”, Proverbios 17:27 (PDT). Cuando no hay progreso en la charla, cuando se sientan emocionalmente exhaustos o la conversación se vuelva negativa, den un paso atrás y hagan una pausa. En muchos casos es mejor posponer la discusión hasta que se hayan calmado y no permitir que los sentimientos negativos afloren. “… ¡Es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno!”, Proverbios 15:23 (NTV).
- Nunca utilices la coerción. “Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas”, Proverbios 4:24 (NVI). La intimidación, las amenazas y el uso de la fuerza pueden conseguir un acuerdo de momento pero a la larga debilitan la relación. Nunca se golpeen, empujen, griten, pateen o escupan. Eliminen el comportamiento irrespetuoso. No permitan el abuso físico; nada lo justifica. Por otra parte, no usen el sexo en el matrimonio para manipular al cónyuge. El sexo no fue diseñado como arma ni para negarlo sin consentimiento mutuo, 1ª Corintios 7:3-5.
- Elije las batallas por las que vale la pena pelear. Un león y un oso encontraron un venado muerto al mismo tiempo y, como ambos estaban hambrientos, empezaron a pelear por él. La batalla fue cruenta y duró un tiempo considerable. Al final, los animales cayeron medio muertos al suelo, ensangrentados y jadeantes. Ninguno tuvo las fuerzas suficientes para levantarse a tomar posesión del trofeo. En ese momento pasó un zorro por el lugar: “¡Qué interesante se ve todo esto!”, pensó el astuto animal. “Estos tontos rivales han quedado derrotados y sus esfuerzos han sido para mi beneficio”. Sin perder tiempo, el zorro pasó con rapidez entre los titanes, agarró la presa y se la llevó a su cueva.16 Moraleja: las interminables peleas entre los esposos perjudica la relación a tal punto que termina abultando los bolsillos de abogados especializados en divorcios.
No toda discusión es necesaria. Es más importante mantener la relación que ganar una discusión. La Biblia dice: “Evitar la pelea es una señal de honor; solo los necios insisten en pelear”, Proverbios 20:3 (NTV). En ciertos momentos un olvido por la paz es mejor que todos los besos juntos, y un silencio de respeto es mucho más sensato que un grito autoritario. Elegir las batallas que queremos pelear es la mejor opción para sanar una relación con profundas heridas. “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida”, Proverbios 12:18 (TLA). Recuerda este pasaje bíblico cuando sientas la tentación de desbocarte y herir el futuro de ambos.
Extraído del libro “¡Horror! Desperté con un desconocido en mi cama.