Las desilusiones se basan generalmente en falsas expectativas. Todos tienen una idea de cómo debe ser el matrimonio y cuando la realidad los golpea terminan conformándose con menos de lo que esperaban, dejando entrever la gran decepción que produjo el amor. Glenn Lutjens expresó que el matrimonio puede ser una ‘mina explosiva’ o una ‘mina de oro’. Durante el noviazgo todos están seguros de haber encontrado ‘la mina de oro’. Los futuros esposos tienden a entusiasmarse con esta maravillosa y nueva relación. Los fuegos artificiales del romance los ayudan a actuar de una manera bondadosa, menos egoísta y más comprensiva que cuando el fuego comienza a extinguirse.9
Para reducir la posibilidad de desilusión en el matrimonio debes conocer a fondo a la persona con la que te casarás. Los estilos de vida, hábitos y costumbres de una persona pueden ser totalmente diferentes a otra y transformar la convivencia, en algunos casos, en una tarea muy difícil.
Tienes que conversar y decidir con tu pareja las funciones y responsabilidades en el matrimonio. ¿Quién hace qué cosa y por qué? ¿Lo haces tú o lo hace tu prometido/a? ¿Es posible hallar un equilibrio y compartir la carga de trabajo a fin de alivianar los desafíos cotidianos?
Ejercicio. Seguramente tienes una idea formada acerca de las responsabilidades que deben asumir la esposa y el esposo en el matrimonio, cómo deben actuar y hasta qué punto deben participar en la toma de decisiones. Lo que viste en el hogar de tus padres y la forma en la que te criaron seguramente ha influido en estas percepciones. Piensa en tu familia de origen. ¿Cómo se distribuían las responsabilidades domésticas? ¿Compartían las tareas de la casa? ¿Cuáles eras las funciones de tu papá? ¿Conversaban sobre las decisiones a tomar o alguno de ellos decidía sin consultar al otro? ¿Había ‘luchas de poder’ y manipulación en alguno de ellos?
Funciones y responsabilidades
Algunos hombres esperan que sus esposas se encarguen de todas las tareas domésticas. No consensuar ahora que son novios cómo se distribuirán los quehaceres de la casa podría traer problemas. Aunque suene irrisorio decidir quién sacará la basura no debe ser tomado al azar.
En Génesis 2:18 puede leerse: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Ayuda idónea no significa ‘ayudante del hombre’ o ‘esclava doméstica del hombre’. La Biblia presenta a la mujer con la misma dignidad que el hombre al expresar que fue formada de la misma sustancia. ‘Ayuda idónea’ significa que juntos encajan y que componen un todo que es mayor que las partes.
Las luchas por el poder en el matrimonio o la manipulación para obtener lo que se desea ahoga la relación más rápido de lo que uno tarda en escribirlo. Para quien asume el compromiso del matrimonio a la manera de Dios, la senda correcta es el camino del amor: “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella… El esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo… cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo…”, Efesios 5:25-33 (NVI). “Tienen que amarse… con amor sincero. Ámense profundamente de todo corazón”, 1ª Pedro 1:22 (NTV).
Según la Biblia el mismo mandato que le cabe a la esposa es propio del esposo. Si bien es cierto que la esposa debe auxiliar y respetar a su marido, lo mismo se aplica al esposo: “Esposas, estén dispuestas a servir a su esposo así como sirven al Señor”, Efesios 5:22 (PDT). “… La mujer respete a su marido”, Efesios 5:33 (PDT). En cuanto a la sujeción la Biblia es muy clara: “Ustedes, que honran a Cristo, deben sujetarse los unos a los otros”, Efesios 5:21 (TLA). “Según el plan de Dios, estamos aquí en la tierra para amar y servir: “Sírvanse… con amor”, Gálatas 5:13 (RVC). En ese caso, tu papel como esposo o esposa es sobre todo amar y servir a tu cónyuge”.10
Por otra parte, las tareas del hogar no deben ser asignadas basándose en el ejemplo de los padres o en la tradición. Deben asignarse y repartirse en base a la competencia e idoneidad de cada uno de los integrantes. Por ejemplo podría ser que la esposa esté más dotada para administrar el dinero que su esposo, aunque sea él quien provea para las necesidades. También podría ser el varón el que cocinara, si ambos lo deciden de ese modo. Este principio de libertad y mutuo acuerdo es el que debe gobernar la relación.
Ejercicio. Considera las siguientes áreas:
- Superación personal. ¿Cuáles son tus intereses culturales? ¿Te gustaría superarte intelectual o profesionalmente? ¿Esperas que tu pareja haga el mismo esfuerzo? ¿Crees que tu futuro esposo/a te animará al desarrollo personal? ¿Es importante que tu pareja posea un título o profesión?
Conformarse a una mala situación y no esforzarse para mejorar o incumplir reiteradamente los compromisos podrían ser signos de inmadurez.
- Trabajo. ¿Ambos trabajarán? ¿Qué pasaría si la esposa ganara mucho más que el marido? Algunos hombres sufren en silencio como si fuera un golpe a su masculinidad, sin entender que son socios y que toda bendición de ella repercute para bien de él. ¿Qué piensas acerca de que el hombre debe traer ‘el pan’ a la casa? ¿Cuáles serán tus objetivos profesionales? ¿Tienes planes para la familia? Si uno de los dos tendría que abandonar el trabajo cuando llegue el primer bebé, ¿quién lo haría? ¿La decisión se basaría en el tema económico? ¿Estarías conforme con que tu pareja dedicara mucho tiempo al trabajo y poco a la familia? ¿Estarías dispuesto a convivir con una persona que prioriza su profesión? ¿La apoyarías para que avanzara es su carrera? ¿Qué cosas harías sacrificialmente para que descollara en el ámbito en el que se mueve?
Observa cómo tu pareja se conduce en relación a las responsabilidades y el trabajo. Hay novios/as muy románticos pero que serán pésimos esposos. Típicamente los trabajos les duran muy poco, tienen excusas para conseguir empleo, sus jefes siempre son los peores, no pueden sujetarse o trabajar bajo supervisión, viven de la generosidad ajena, de la pensión de la madre o de la abuela y tienen el pensamiento de que el mundo les debe algo y que todos están en su contra. Este es un mecanismo defensivo para no asumir las responsabilidades que les toca.
- Familia. ¿Cómo será la relación con los parientes políticos? ¿Cuentas con la aprobación de tu familia para casarte? ¿Con qué frecuencia visitarás a tu familia de origen? ¿Tendrán hijos? ¿Cuándo? ¿Qué pasaría si no pudieran tener hijos? ¿Considerarías la adopción como una posibilidad? ¿Qué tipo de educación planean? ¿Tratarán de enviarlos a una escuela privada? ¿Qué harías si tu pareja no quiere tener hijos y tú sí? ¿Cómo se repartirían las tareas domésticas? Todos estos puntos hay que hablarlos antes de tomar un compromiso tan importante como el casamiento.
- Tiempo libre. ¿Te gusta viajar? ¿Y a tu pareja? ¿Esperas tener vacaciones todos los años? ¿Podrías adaptarte a vivir con alguien que prefiere estar en el hogar y salir poco o nada? ¿Te gusta pasar tiempo con tus amigos? ¿Involucrarías a tu cónyuge a ese círculo de amistades? Recuerda que ya no son dos sino uno. Y si a tu pareja le gusta pasar mucho tiempo con sus amigos, ¿la acompañarías?
- Cuidado personal. ¿Tienes hábitos alimenticios compatibles con los de tu pareja? ¿Difieren mucho? ¿Cómo trabajarán las diferencias? ¿Eres de cuidar tu aspecto físico? Si tu pareja no lo hace, ¿tolerarías su desaliño? ¿Eres de levantarte temprano? ¿Cuánto tiempo pasas arreglándote al comenzar el día? ¿Tienes ordenado el dormitorio o dejas las cosas tiradas por allí?
El objetivo de esta charla no es hacer acuerdos para nunca modificarlos, sino comenzar a hablar de las expectativas y trabajar en aquellas áreas en que existen profundas brechas. Ten en consideración los sentimientos de tu pareja, pero no dejes de hacer estas preguntas. La única manera de comprender a tu futuro cónyuge es conociéndolo mejor.
Extraído del libro “¡Horror! Desperté con un desconocido en mi cama.