Bill Hybels, en su libro Los cristianos en una cultura enloquecida por el sexo, escribió que Dios diseñó la sexualidad para que fluya a partir de una relación de amor e intimidad que nutre, en la que hay comunicación, cosas en común, servicio, romance y ternura. Cuando se cultivan estos valores en el matrimonio se despierta el interés sexual. Sin embargo, el uso de la pornografía provoca un cortocircuito. Reduce la dimensión sexual del matrimonio a un acontecimiento atlético, biológicamente inducido y, con el paso del tiempo, ya no se hace mucho énfasis en la parte del matrimonio relacionada al amor. Una vez que éste se elimina de la relación, el corazón y el alma de la sexualidad marital desaparecen. […]