Nº 3 // Intimidad sin Vergüenza

El matrimonio es el ámbito donde las necesidades de sus contrayentes deberían ser satisfechas.
Si no conoces cuáles son las necesidades de tu cónyuge, nunca sabrás cómo satisfacerlas.

Los hombres son más proclives al contacto físico espontáneo, rápido y hasta fugaz.
Sus necesidades se miden por cantidad e intensidad. La mujer, en cambio, privilegia la calidad de la relación. Una mujer que no se sienta apreciada, valorada y respetada, tendrá menos deseos eróticos y boicoteará las relaciones sexuales. Por eso se dice que, para la mujer, hacer el amor dura tanto como 24 horas. Las palabras amables, el trato cortés y las expresiones de cariño favorecen los encuentros sexuales placenteros.
Por otra parte, cada mujer es única en la forma de percibir el placer. Hoy día se habla de la huella dactilar del orgasmo para explicar que no todas las mujeres son iguales ni tienen las mismas necesidades sexuales. El deber de cada esposo es averiguar cuáles son las preferencias de su esposa y satisfacerlas. De ahí que los hombres que han tenido muchas parejas sexuales creen que son mejores amantes y la verdad es que no lo son. También es cierto que las mujeres creen que los hombres deben saber cuáles son sus necesidades amorosas; pero, a menos que la esposa le diga a su cónyuge cuáles son sus gustos, él no lo sabrá. Los hombres no son adivinos.
Una charla erótica es recomendable para aquellas parejas que quieran mejorar su vida sexual. Consiste en apartar un tiempo sin interrupciones, en el que se estimula al diálogo franco y se habla claramente acerca de las necesidades íntimas. Normalmente la gente cree que, porque el sexo es algo natural, tiene que funcionar naturalmente y eso no es cierto. La ignorancia en materia sexual suele ser la causa más frecuente de los matrimonios blancos o no consumados, además de los graves desajustes sexuales en la pareja.
La sexualidad es una expresión más de nuestra espiritualidad. La intimidad sexual es buena a los ojos de Dios. La dimensión del placer fue creado por él para que el regocijo y la alegría surjan en cada encuentro sexual.
¿Conoces las necesidades sexuales de tu cónyuge? ¿Sabe tu pareja cuáles son tus propias necesidades sexuales? En oración y sin ser incisivo ni condenatorio, comparte tus preferencias sexuales. Hacerlo te acercará más a tu cónyuge y beneficiará enormemente la relación matrimonial; de eso estamos seguros.