La prueba del amor

¿Cómo vencer la tentación sexual?

 

  • Pon un freno a tus ojos.

Alguien dijo una vez: “No está mal mirar a una chica, lo que está mal es desnudarla con la mirada”. Un pastor dijo: “La primera mirada no está mal, sino la segunda”. Entonces un joven levantó la mano y preguntó: “pastor, usted dice que la primera mirada no está mal”. Sí, dijo el predicador. El joven volvió a insistir: “Y usted dice que la segunda mirada sí está mal”. Sí, volvió a responder el pastor. Aquel joven terminó preguntando:“¿Y cuán laaaaarga puede ser esa primera mirada?”.

Recuerda que los pecados de varios personajes bíblicos comenzaron con la vista. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto…”, Génesis 3:6.

Nota: hay tres palabras que constituyen los peldaños en la escalera descendente al pecado: ver, codiciar y tomar.

 

El caso de David no es menos desagradable. El capítulo 11 del segundo libro de Samuel nos comenta la triste historia del hombre a quien Dios había llamado “varón conforme a mi corazón”: “Sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer…”, 2º Samuel 11:2. El versículo 4 dice: “Y envió David mensajeros y la tomó…”

Jesús nos advirtió diciendo: “Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno”, Mateo 5:29 NVI.

Además Jesús dijo: “El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz”, Mateo 6:22 NVI.

No debes ignorar que los ojos son órganos sexuales muy poderosos. Helen Fisher dice que “tal vez sean los ojos y no el corazón, ni los genitales ni el cerebro, los órganos donde se inicia el romance, pues es la mirada penetrante la que provoca la sonrisa humana”.

Además se ha comprobado que la mirada fija de dos o tres segundos puede reflejar un deseo sexual intenso. En otras palabras, si un joven tiene cierto interés por una chica o viceversa, sus pupilas se agrandan.

Los traficantes chinos de jade establecían los precios según lo que se le ensanchaba la pupila a su cliente.

Las pupilas de hombres y mujeres se dilatan cuando ven la imagen de un desnudo del sexo contrario. Las cortesanas o prostitutas han utilizado durante muchos siglos la belladona para dilatar las pupilas, y varios pintores del siglo veinte pintaron sus desnudos con pupilas enormes. Se ha descubierto entonces que las pupilas dilatadas son señales sexuales manifiestas.

Por tanto, ten cuidado con tus ojos. Una mirada codiciosa conduce a menudo a pensamientos pecaminosos que pueden dar lugar a una acción inmoral. Job tiene un buen consejo que darte: “Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”. Un pacto con los ojos es una buena decisión para evitar todo pecado sexual.

 

José fue un joven que enfrentó con éxito la presión sexual. La esposa de Potifar lo acosaba de día en día mediante propuestas e insinuaciones inmorales. Hasta que llegó el día en que ella lo planeó todo. Despidió la servidumbre del palacio y esperó sola por él. Se necesita gran valentía y una profunda convicción de temor a Dios para resistir tal embate y tal presión, pero José lo hizo huyendo: “…él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”, Génesis 39:12.

Pablo en 1ª Corintios 6: 18 dice: Huyan de la inmoralidad sexual…” NVI.

Igualmente le escribe al joven Timoteo en estos términos: Huye de las malas pasiones de la juventud…”, 2ª Timoteo 2:22 NVI.

Contra el diablo, el consejo bíblico es que lo resistas y él huirá; contra la flaqueza espiritual, Jesús nos exhortó a velar; pero contra la fornicación, el mandamiento es HUIR.

De ningún otro pecado la Biblia nos manda a huir sino de la idolatría y de la fornicación, 1ª Corintios 10:14 y 6:18.

Huir no es cobardía, sino valentía. Puede implicar un gran precio: que seas rechazado, criticado, incomprendido y aun menoscabado en tus intereses. Es el caso de Gabriela, una estudiante universitaria que se enfrentó a una experiencia fuerte de presión sexual. Una de esas chicas inocentes, sin maldad, proveniente del interior de una provincia del norte argentino. Al tiempo de ingresar en la universidad, se trasladó a la capital. Allí tomó una materia con cátedra única. En cierta oportunidad, ella quedó después de la clase, en el aula, con la intención de hacerle a su profesor una pregunta relativa al tema estudiado. Él comenzó a hacerle algunas insinuaciones amorosas. Aquel profesor comenzó un trabajo muy fino y psicológico en la mente de la muchacha. La presión se hizo cada vez más intensa y, ante la negativa de ella a ceder a tal acoso sexual, él la amenazó con hacerle perder la materia, en estos términos: “o haces el amor conmigo o nos vemos las caras nuevamente el próximo año”.

Casi al borde de la desesperación, con algunos kilos menos en su peso y con gran tristeza vino a vernos. Nuestro consejo fue que permanezca fiel al Señor. El fin de la historia se resumen así: recursó la materia.

Mira, ser fiel al Señor tiene un precio que puede ser alto en algunas oportunidades. Para José implicó la cárcel y para Gabriela, perder una materia; pero jamás dudes de que la recompensa de Dios por tu fidelidad en nada puede compararse a estas pérdidas.

 

  • Considera la abstinencia como un derecho.

El no tener actividad sexual es uno de los incluidos en la Declaración de Derechos Sexuales y Reproductivos. No aceptes que te discriminen. No ignores que no puedes sentir culpa y a la vez placer; esas dos vivencias juntas son imposibles. No permitas que la presión del grupo te lleve a dejar de lado tus convicciones.

 

  • No cedas ante palabras seductoras.

Si un joven o una jovencita se ha propuesto tener relaciones sexuales contigo, puedes esperar cualquier cosa. Entre ellas, el viejo truco de las palabras seductoras. Hay algunas frases que son tan comunes en la China como en la Argentina.

 

Tu objetivo debe ser no pecar. Entonces no hagas nada que te lleve a pecar. Las caricias en los pechos, los besos apasionados en zonas eróticas como el cuello, el lóbulo de la oreja o las caricias suaves en las piernas te estimulan a desear mucho más. Y siempre seguirán donde dejaron la última vez. Hay señales que te advierten de posibles peligros. Son como semáforos que, del verde, se pasan al amarillo y, del amarillo, al rojo; una vez que se cruza, es imposible regresar. Hay una línea de no retorno donde tu excitación y estímulo serán tan intensos que se volverán irresistibles. No olvides: relación sexual no es solo penetración.

 

Extraído del libro “Lo que siempre quisiste saber y nunca te animaste a preguntar”

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