Ésta es una historia que conmocionó hasta los cimientos de la iglesia. Nadie lo esperaba; nadie siquiera lo imaginaba. Treinta y cinco años después de aquellos horrorosos hechos se abría una puerta al pasado. Una puerta cerrada por la vergüenza y, reforzada con mil cerrojos, por más vergüenza. Ahora, luego de toda una vida, Ana, la más rebelde de las hijas, acusaba a su padre de abuso sexual. Los familiares y el hermano menor estallaron en furia. “¡Mentira!”, dijeron; “sos una perversa y mal agradecida”. Pasaron solo unos días y la otra víctima, la hermana del medio, confirmó con su propia historia el relato desgarrador de su hermana. Las dos señalaron que, casi a diario, una u otra eran “llamadas” […]