¿Tanto cuesta inflar una bicicleta?

“Somos los padres del menor abusado en el barrio Comercio, de la ciudad de Puerto Madryn.

Gracias a este angelito, nuestro hijo, aparecieron nuevos casos, en el que este ‘señor’, tan ‘gentilmente’ estropeaba y destrozaba la vida de los niños.

Quisiéramos que alguien nos explique cómo hacemos para contestarle a nuestro hijo y, quizás a otros, estas preguntas…

¿Cómo le explicamos, que cuando fue revisado por los médicos, el diagnóstico de los mismos decía que había sido violado y que presentaba lesiones graves? ¿Existen palabras para poder darle una respuesta lógica a un niño de siete años de edad?

¿Cómo le explicamos que no puede ser obligado por nadie, cuando este ‘monstruo’, tomaba a nuestro hijo de la ropa y lo arrastraba hacia su casa?

¿Cómo le explicamos qué es un pedófilo, qué es la pornografía o qué es un profiláctico, sin que él pueda relacionarlo con lo que le pasó…?

¿Cómo le explicamos que él no es culpable de lo que ocurrió, cuando llora en nuestros brazos? ¿Cómo le explicamos que en su casa nada va a pasar, que está seguro y protegido, cuando no quiere bañarse solo, o no se anima a ir a su dormitorio a buscar sus cosas porque tiene miedo de que aparezca este ‘hombre’? ¿Cómo le decimos que en la escuela también está seguro, cuando se niega a ir mientras rompe a llorar o se descompone?

¿Qué sucede ahora si los análisis de HIV, hepatitis o sífilis dan positivo, más allá de que para alguno de ellos, tengamos que esperar hasta seis meses?Preguntas sin respuestas; difíciles de contestar. Este individuo, en reiteradas ocasiones, se ensañó en robarle la inocencia y destruir la vida de nuestro hijo, como ya fue comprobado por pericias médicas.

Familias que lloramos y sufrimos por lo que pasó. Familias que ante el relato de nuestros hijos, quedamos atónitos, sin habla, con el corazón estrujado, porque nunca pensamos que a nosotros nos podía suceder.

Creíamos que él estaba protegido, que todo lo que se le había enseñado le serviría para que esto no le pasara en medio de una sociedad maliciosa y llena de gente sin escrúpulos, sin valores y tan degenerada. Pero acá está la prueba, nadie está seguro y menos un niño confiado y sin maldad.

Este hombre solo lleva dos meses detenido. ¿A esto se le llama justicia?¿Qué hacemos con la cara de terror que pone nuestro hijo cuando escucha mencionar su nombre?

Tuvimos que comprar el diario, para que él lea y vea que verdaderamente estaba preso, y ahora nos pide que lo llevemos a la alcaidía porque quiere ver si los paredones son altos, para asegurarse de que no pueda saltarlos. Este hombre tiene sus derechos como todo ser humano, pero… ¿cuándo y dónde comienzan los de nuestro hijo?

Esperamos que esto sirva para prevenir, más allá de lo que a nosotros nos duela y en silencio tengamos que sufrir. Los pasos a seguir en la justicia son lentos, largos y tediosos, pero es la única forma de que este sujeto no siga haciendo daño y pague por lo que hizo, por la degradación sin escrúpulos y el sufrimiento que le provocó a un inocente.

Solo nos queda una última pregunta para hacer… ¿Tanto debe pagar un niño para inflar las ruedas de su bicicleta?13

 S.M.M. DNI 20.236.282. S.F.V. DNI 17643816.

 

Principios para la restauración

Un indicador de buen pronóstico es el hecho de que el niño cuente lo que sucedió.

Los traumas son menores cuando, a poco de acaecido el abuso, la verdad sale a la luz. En cambio, si la víctima guarda el secreto, generalmente las consecuencias son más severas y se sostienen en el tiempo.

Cuando los padres toman conciencia del abuso, resulta desgarrador. Pero la forma de reaccionar de los progenitores determinará, y en mucho, el futuro de su hijo/a abusado/a.

Es común reaccionar de manera pendular, entre dos extremos. Por un lado, están aquellos padres que, tras escuchar el relato, intentan minimizar el hecho esperando que el niño/a lo “olvide”. Se oponen tenazmente a que tome estado público porque creen que eso traumará al menor, cuando en realidad el trauma ocurrió en el momento del abuso. Tratar de silenciar el hecho agrega más dolor a la víctima que se siente ahora desamparada.

En el otro extremo, están los padres que se vuelven sobreprotectores, que son dominados por la ansiedad y la culpa y vivencian el abuso como un error de parte de ellos. Se llenan de ira, hablan constantemente del abuso y maldicen constantemente al abusador. La falta de serenidad y sentido común, generalmente agrega trauma sobre la víctima.

Papá, mamá, después de hacer la denuncia e iniciar el proceso judicial, no ponga todas sus esperanzas en el resultado del juicio. A su hijo/a, nadie le va a devolver la inocencia robada. Recuerde que el denunciar es para evitar futuras víctimas.

El mejor consejo para ustedes es buscar ayuda en dos planos diferentes: uno, el profesional; otro, el espiritual.

A nivel profesional: Un psicólogo/a podría orientarles en las distintas etapas del camino que falta por recorrer.

A nivel espiritual: Busquen en Dios su socorro; inclúyanlo en el proceso de restauración. Dios se encargará de su causa, rectificará sus males y los colmará de bendiciones. Donde parece no haber futuro Dios abre siempre un camino de esperanza.

Permitir que Dios sane el pasado es una decisión sabia. Todos, en más o en menos, hemos sido heridos en el pasado. Vivir con un cofre lleno de recuerdos desagradables y situaciones sin resolver es prepararse para fracasar.

 “Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación”, Mateo 5:4. Traducido es: los problemas no duran para siempre. Díganlo en voz alta: “mi problema ya tiene fin”. Acostúmbrense a declarar con la boca y creer con el corazón que, cualquiera sea la dificultad, ésta ya tiene un día final.

No importa que tan malas sean las circunstancias o cuán doloroso haya sido lo vivido. No importa cuántas personas digan que no podrán lograrlo, o cuantas otras intenten destruir sus esperanzas, Dios tiene el poder de abrir fuentes de bendición y que todo cambie para bien. En todos los problemas de la vida Dios trae consolación. Eclesiastés 3:15 afirma: “…Dios restaurará lo que pasó”. ¡Ése es nuestro Dios!

 

Extraído del libro “Inocencia Robada”

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