Dios no está enojado contigo

Dios no está enojado contigo

“El Señor es tan bueno con los que lo respetan como un padre con sus hijos”, Salmo 103:13 (PDT).

Hay individuos que creen que Dios está enojado con ellos. Si bien es cierto que el pecado enoja a Dios también es cierto que Él no es un Dios enojado.

La desobediencia más que hacerle daño a Dios nos hace daño a nosotros mismos. El enojo de Dios es por nuestro comportamiento pecaminoso y no contra nosotros. Y eso es bueno. Es para nuestro bien. La mano del Padre nunca causaría en su hijo una lágrima innecesaria. Todo vale para hacernos más sabios y mejores personas. Jerónimo dijo: “La peor ira de Dios sería que dejara de enfadarse con nosotros cuando pecamos”.

La buena noticia que tenemos para darte es que, si te arrepientes de tus pecados, los confiesas y los abandonas, Dios te perdona todo. Sí, su anhelo es tu bien: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”, Romanos 8:1. La condición es retornar a Dios, abandonar el mal y anhelar su santidad. Recuerda, si arrepentido te vuelves de tus malos caminos Dios te perdona, acepta y restaura.

Cuando recuerdes los pecados ya perdonados no permitas que el diablo te acuse. En lugar de escuchar su pérfida voz, escucha al Señor. El acusador te hará dudar del amor de Dios y el alcance de su perdón, pero Dios te dirá que existe esperanza. No sigas por el mal camino, no continúes deshonrando al Señor. No uses tus pecados pasados o la culpa que te endilga el diablo para seguir revolcándote en el pecado. Si te arrepientes, Dios te perdona y ese regalo es el más grande que experimentarás jamás. Saberse perdonado otorga un brillo al alma y un descanso absoluto a todo tu ser como ninguna medicina o terapia. Si Dios te perdona, Él no traerá a la memoria aquellas cosas que hiciste mal en el pasado. Eso hace el diablo, pero no Dios, Hebreos 10:15-17 dice: “El Espíritu Santo también nos habla de esto… Este es el pacto que haré con mi pueblo en el futuro, dice el Señor. Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente. Luego dice: Perdonaré sus pecados y nunca más recordaré sus pecados ni sus maldades”, PDT. El diablo buscará que te amargues y vivas lamentándote, pero Dios buscará salvarte, restaurarte y confortarte. El diablo hará todo lo posible para que te sientas condenado y lleno de culpa, Dios te llevará al arrepentimiento y al abandono del pecado para que experimentes el perdón y la libertad de toda condenación. 2ª Corintios 7:10 dice: “La clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza. Pero la tristeza del mundo, a la cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual”, NTV. Las palabras de Jesús a la mujer a punto de ser lapidada a causa de su pecado están disponibles para cada uno de nosotros: “Ni yo te condeno, vete, y no peques más”, Juan 8:11. Por lo tanto, si Dios no te condena y te otorga una nueva oportunidad para vivir en la luz de Cristo y en la obediencia a su Palabra, ¡no la desaproveches!

Claro que Dios se enoja por el pecado y la maldad, pero jamás podrás decir que es un Dios enojado: “El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor. No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno”, Salmo 103:8-9 (DHH). El mejor remedio para el pecado es el arrepentimiento y la confesión. La Biblia asegura que la sangre de Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado, 1ª Juan 1:9: “…si admitimos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad”, PDT.

El libro de jueces nos muestra la misericordia de Dios. A lo largo de los capítulos verás repetirse las mismas escenas: desobediencia, esclavitud, arrepentimiento, clamor y liberación. Cada vez que el pueblo de Israel se apartaba de Dios, sus enemigos prevalecían. Como resultado vivían en servidumbre a pueblos extranjeros. Pero ni bien el pueblo clamaba arrepentido, Dios los perdonaba rescatándolo de sus verdugos. Vivían en libertad hasta que volvían a hacer lo malo y el círculo vicioso de desobediencia, esclavitud, arrepentimiento, clamor y liberación empezaba nuevamente.

¡Qué Dios tan bueno tenemos! No importa lo malo que hayas hecho o el tiempo que permaneciste alejado. No estás terminado. Dios no se ha olvidado de ti. Su perdón sigue disponible. Él te espera con los brazos abiertos. Dios tiene sus maneras para atraerte con su amor. ¡Él nunca tira la toalla! ¿Por qué permanecer atado al pecado si puedes vivir en la libertad del Señor?

“Cuando Dios se enoja, no se debe a que le estamos haciendo algo malo a Él. Se debe a lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos por no seguir sus caminos. Incluso se podría decir que su enojo está a favor de nosotros y no contra nosotros. El amor de Dios es eterno, e incluso su enojo y su desagrado tiene la intención de alejarnos del pecado y hacernos regresar a Él. Todo lo que Dios nos manda que hagamos, o que no hagamos, es para nuestro bien. Nuestra obediencia a Él nos dará la vida que verdaderamente deseamos. La Biblia es un registro de lo bendecidas que son las personas cuando siguen a Dios, y de cuán miserables y desdichadas son cuando no lo hacen”, Joyce Meyer.

Quizás tú pienses que has dejado pasar mucho tiempo y que tu restauración es muy difícil. Entonces no conoces a Dios. El Dios de la Biblia lo puede todo. Él no ha dejado de amarte. Cambia tu enfoque. Confía en bondad de Dios y corre a sus brazos como aquel pródigo cuando retornó a la casa de su Padre. Desecha el orgullo, abandona la hipocresía y pídele humildemente que te perdone, te permita conocerlo en la intimidad y te dé las fuerzas de su propio Espíritu para caminar cada vez más cerca de Él, obediente a sus mandatos.

 

Extraído del libro “Especialista en Restauración