Sentirse bien, hace bien

 “Decirle sí a la autoestima es decirle no al sufrimiento. Tenga en cuenta que quien no se ama a sí mismo no podrá lograr ser amado como se merece por otro ser. Si comienza por quererse y valorarse, será querido y valorado, y tendrá anticuerpos contra cualquier tipo de toxicidad”, Beatriz Goldberg.

 

Las heridas de nuestro cuerpo no se comparan a las del corazón. Los traumas y los mensajes negativos que recibimos y aceptamos, junto a las malas actitudes y las creencias erradas que acumulamos a lo largo de la vida van minando nuestra autoestima al punto de dejarnos lisiados. Cuando estamos heridos no podemos recibir todo lo bueno, nuevo y maravilloso que Dios quiere darnos.

Amarnos a nosotros mismos es un mandato de Jesús (Mateo 19:19) pero su cumplimiento dependerá, y mucho, de la sanidad de nuestro corazón. Si no puedes aceptarte a ti mismo no podrás amar a los que te rodean. Una persona sana en su autoestima aprovecha sus potencialidades y ayuda a otros a desafiarse, crecer y disfrutar de la vida.

 

En una sociedad extremadamente individualista, pareciera que este consejo es una apelación a más de lo mismo, a una especie de egoísmo justificado desde la religión; pero el sentido es justamente el contrario. No podemos amar a los otros más de lo que nos queremos a nosotros mismos. La aceptación de quienes somos es la clave para crecer en beneficio de otros y hallar, en el camino, la realización personal.

 

La sociedad tiene parámetros muy cambiantes para definir qué es bueno, bello o deseable, pero Dios no cambia. Eso significa que debes basar tu autoestima en lo que dice la Palabra de Dios acerca de ti. Aquí está el meollo de todo el asunto: el valor de una persona radica en lo que Dios dice de ella.

 

Génesis 1:26-27 expresa que has sido creado a la imagen de Dios. Él quiso que al pensar en ti mismo pensaras en Él, por eso compartió su esencia. Si puedes aceptar esta verdad descubrirás que tu valor es incalculable y que tu vida es un verdadero tesoro. Esta verdad potencia tus capacidades latentes y activa tu fe para conquistar grandes sueños. El anhelo del Señor es que descubras las riquezas de tu vida, saques provecho de todo lo bueno que posees y camines con alegría cada día. ¡Dios te creó para que así sea!

 

Eres una persona única y singular. Aprende a valorarte. Tu felicidad depende de la aceptación de tu valor intrínseco. Solo de ese modo concretarás el propósito de tu vida.

Si no puedes llevarte bien contigo mismo, nunca te relacionarás bien con los demás. El punto de inicio es ser feliz con la persona que Dios te ha hecho. Tu propia aceptación hará que tus defensas caigan, que no sientas temor cuando alguien se acerca y que puedas amar de verdad, ya que estás en paz contigo mismo.

Efesios 2:10 dice que “somos hechura suya”. La palabra hechura encierra la idea de originalidad y acción continua. Eres una “obra en progreso”, así lo dice Filipenses 1:6. Claro que existen áreas que no están acabadas, pero ver el avance paulatino es muy reconfortante. Podrías decir: “Los errores de ayer, hoy no los cometeré, en este día me extenderé más adelante en mi vida, viviré intensamente, disfrutaré mucho y amaré más”.

 

La Biblia dice que vamos de gloria en gloria al ser transformados a la imagen de Dios. No significa que vivimos en la gloria, sino que vamos entre los valles alcanzando niveles cada vez más altos de victoria y buenos resultados.

Aunque no lo reconozcas en este momento, Dios te está llevando hacia cosas más grandes. El camino del justo va en aumento como la luz de la aurora. Cuando te sientas tentado a desanimarte recuerda que, según Dios, tu futuro es deslumbrante y estás yendo hacia un nuevo nivel de realización.

 

La autoestima se define como la percepción que cada uno tiene de sí mismo. Comprende la auto – imagen: “¿cómo me veo?” y el auto – concepto: “¿quién soy?”.

Cuando la autoestima está herida, la persona se desprecia y rechaza a sí misma; hace un duro juicio autocrítico, no valora sus propias habilidades ni sus capacidades. Se siente insegura en la mayoría de las circunstancias. En cambio, una persona con una autoestima saludable se valora; como consecuencia, puede enfrentar los problemas cotidianos con optimismo. La creatividad se manifiesta espontáneamente y la solución a todas las dificultades que se presenten surge más fácilmente.

Si una persona no tiene un buen concepto de sí misma puede derivar en un sin fin de inconvenientes. Por ejemplo, hay personas que les resulta dificilísimo encontrar la persona adecuada para formar un matrimonio estable y disfrutar de una relación satisfactoria y duradera. Otras, han sucumbido ante las demandas siempre creciente del culto al cuerpo que han iniciado los medios de comunicación, la industria de la moda y las empresas de cosméticos. Nunca llegan a la “talla perfecta”. Nunca se conforman con su cuerpo. Se exponen a dietas cada vez más exigentes. Están atrapadas en un mundo de fantasías. Creen que su valía personal depende de su atractivo y belleza física, cuando en realidad esto nunca es garantía de plenitud o felicidad.

 

Tener una autoestima saludable comienza cuando uno se relaciona bien consigo mismo. En otras palabras, si no puedes llevarte bien contigo mismo no esperes relacionarte bien con los demás. Las personas que no se aman a sí mismas no logran ser plenamente felices.

 

Cuídate de ti mismo. Las palabras revelan lo que pensamos y creemos. Por ejemplo, algunas personas creen que nunca encontrarán pareja porque no son bellas ni atractivas. Esa es una creencia equivocada. Mira a tu alrededor y verás cuantas personas poco o nada atractivas están felizmente casadas. Por lo tanto, comienza poniendo a dieta tu mente de pensamientos nocivos. Desintoxícate de pensamientos tales como: “no valgo nada”, “nada me sale bien”, “nadie me quiere”, “voy a fracasar”, etc. Recuerda que lo que piensas de ti mismo terminará siendo una realidad. Lo que tú piensas y crees no es la realidad, es “tu realidad”. Entonces, vigila cuidadosamente cada palabra o frase que salga de tu boca y elimina las exageraciones catastróficas del tipo: “todo me sale mal”, “nunca terminaré nada”, “nunca seré alguien en la vida”, “nunca seré capaz de encontrar la persona adecuada”, “nadie se fija en mí”, “soy un rotundo fracaso”, “soy un desastre”, “no hay quien me aguante”, etc. En cambio di cosas como “con Dios todo lo puedo”, “con Dios de mi lado todo me saldrá bien”, “sé que en su debido tiempo encontraré mi pareja”, “si persevero lo lograré”, etc.

 

Celebra tu autenticidad. Aprende a quererte y estimarte sin importar lo que otros digan cuando traten de subestimarte u ofenderte. Ten presente que el imitar a cualquier precio los ideales culturales de belleza no te harán un triunfador o una ganadora; ni te protegerá de discriminaciones. Destruye las limitaciones que están en tu mente. Valórate tal cual eres “sui generis”, a fin de que la opinión de los demás impacte cada vez menos sobre tu autoestima. Dios nos invita, por su palabra repleta de promesas, a desarrollar actitudes positivas y saludables que nos potencien para compartir su amor con otros. Recuérdalo, Dios cree que eres un tesoro. ¡Créelo tú también!

 

Extraído del libro “Lágrimas que sanan”