Las preguntas más comunes

  • ¿Si mi hijo nunca pregunta de sexo? Algunos niños, con tan solo cinco o seis años, ya comienzan a preguntar acerca de temas relacionados con lo sexual. Otros, en cambio, pueden tener diez u once y nunca formular una pregunta. Lo que usted debe entender es que ellos recibirán información de otros medios, la mayoría de las veces retaceada y deformada. Es aconsejable:
  • Antes que comiencen la escolarización, alrededor de los cinco años, usted debe enseñar a que cuiden su intimidad, a fin de prevenir un abuso sexual. Esa enseñanza es indelegable y la tiene disponible en un libro llamado Cuentos que no son cuentos, totalmente ilustrado a color, cuya finalidad es mejorar la autoestima, fortalecer el carácter y prevenir el abuso sexual infantil.
  • El segundo paso se relaciona con usted. Deberá informarse mejor. Vamos a ponerlo en otras palabras: todos los que somos padres tenemos algún grado de información sexual, sumado a nuestras experiencias de vida. Pues bien, eso no es suficiente. Muchas veces es hasta pernicioso. Lo que se conoce como ‘datos’ son en su gran mayoría mitos, es decir, creencias erradas que, por el peso de la cultura, se sostienen como verdaderas. Si usted no busca aprender, transmitirá información equivocada y prejuicios.
  • Desde los cinco hasta los diez u once años, evalúe el desarrollo particular de su hijo. Unos maduran antes que otros. Siga de cerca cada cambio y vaya compartiendo información en la medida en que nota la recepción de su mensaje. Sugerimos leer el libro ¡Cuidado! Llegaron los adolescentes.

 

  • ¿Si todos los días viene con algo nuevo? ¿Puede ser un pervertido más adelante? Algunos niños pasan por períodos en que preguntan de todos los temas, todo el tiempo. Cada cosa les llama la atención y les invita a indagar. Si ése es su caso, no desespere, indica que tiene un investigador nato en su familia.

El problema sobreviene si lo único que pregunta se relaciona con lo sexual. Aquí hay que abrir los ojos, puede ser por simple curiosidad, no podemos descartarlo; pero también puede significar que alguien más grande le haya enseñado contenidos sexuales explícitos o lo haya hecho partícipe de alguna actividad sexual. Para indagar, debe actuarse con naturalidad, preguntar sin direccionar; es decir, sin sugerir respuestas, y observar con atención tanto los juegos entres niños como la proximidad con otras personas mayores. Esté más cerca, preste atención a cosas que suelen pasarse por alto.

Por otra parte, y respondiendo al temor de una perversión en la vida adulta, tenga paz. El hecho de que pregunte no significa que vaya a transformarse en un pervertido sexual cuando sea un adulto.

Recuerde, ese hijo o hija es como un papel en blanco en el que usted está escribiendo las mejores notas de su vida. Brinde protección y estímulo. Las buenas semillas producen buenos frutos. ¡Cobre ánimo! Los resultados serán maravillosos.

 

  • ¿Si pregunta una y otra vez lo mismo? Algunos niños suelen repetir una pregunta varias veces, a pesar de haber recibido una respuesta de sus padres. Es la manera en que experimentan el medio que les rodea; desean saber si las contestaciones que recibieron se mantienen invariables con el paso del tiempo. Otras veces, la causa de su insistencia es el mero deseo de indagar y hablan todo lo que viene a su mente.

Finalmente, algunos niños lo hacen porque han olvidado la respuesta que se les ha dado. Una manera de afianzar lo enseñado en una oportunidad anterior, es comenzar diciendo: “¿te acuerdas de que el otro día hablamos de esto…?” Si el niño o niña recuerda ese momento particular, puede ser que también recuerde qué se dijo. Lo aconsejable es invitarlo a sentarse a nuestro lado, e intentemos que relate lo que recuerda. A veces esto es suficiente para dar por finalizada la cuestión.

En otras oportunidades, se deberá repetir el concepto hasta que sea entendido. Si surgen nuevas preguntas, se responde puntualmente.

 

  • ¿Si lo encuentro masturbándose? Independientemente de la edad de su hijo o hija, por favor, ponga cara de nada y no condene. La sensación de repulsa que un padre o madre expresen quedará en la mente de ese niño o adolescente y puede generar problemas sexuales en la vida adulta, por la asociación a una intensa culpa y vergüenza.

Si la conducta masturbatoria ocurre a muy temprana edad, frente a cualquier persona y de manera compulsiva, se recomienda la consulta con un especialista, por el simple motivo de que la masturbación representa una manera en la que se expresa alguna angustia o trauma: desde una pérdida o un conflicto de los padres, hasta una mudanza, por dar algún ejemplo.

A temprana edad, se recomienda a los padres no pegarle en las manos ni condenar con severidad, sino distraer la atención del niño o niña sin dar mayor importancia al hecho.

Si eso no da resultado y el lenguaje está desarrollado, es conveniente sentarse a charlar para explicar la diferencia entre privado y público, que ya mencionamos antes, haciendo el encargo adicional de no introducir nada en los orificios naturales.

La masturbación forma parte del descubrimiento del propio cuerpo. Muchos niños descubren la zona genital como sitio de placer y, por ello, repiten la acción de tocarse o frotarse. No implica nada malo o pernicioso. No significa que es pervertido o que algo funciona mal. Entiéndase bien, no estamos haciendo una apología para que la gente ande masturbándose, pero debemos humanizar la sexualidad. Algunos sostienen que la masturbación es siempre mala porque se asocia a pensamientos ‘sucios’. Sin embargo, las personas con discapacidad mental severa, cuya edad mental no supera los tres años, a menudo tienen conductas masturbatorias y no poseen la capacidad de articular un pensamiento. Recurren a esa conducta por el placer mismo, de lo que se deduce que no siempre se asocia con pensamientos ‘sucios’. Por otra parte, hay personas que tienen la mente saturada de cosas feas y no se tocan nunca los genitales. ¿Dónde está la raíz del mal? Si coincidimos en que está en la mente de la persona, actuemos allí en vez de únicamente cortar la rama.

Si usted descubre a su hijo/a masturbándose, no reaccione en el momento. Deje pasar unos  días y, luego, ofrezca con toda comprensión su tiempo para charlar. No emita juicio. No crea que se le va a secar el cerebro o que le van a salir pelos en las manos. No intentará violar a alguien o tener sexo porque se haya masturbado.

 

¿Si trata de tocarme los pechos y no entiende que eso no se hace? Esta es una pregunta que suelen hacer las madres de niños a temprana edad que siguen buscando los pechos de su madre, más allá del tiempo de lactancia. En estos casos se recomiendan límites precisos, concretos. El no es no. Si no entiende razones, debe evitarse la cercanía física que permita el contacto. La idea es separar el cuerpo de ese niño en crecimiento, del de su madre.

 

  • ¿Si entra en el baño cada vez que estoy yo? Muchos padres han obviado la llave del baño desde la última vez que uno de sus hijos quedó encerrado. Una alternativa es colocar un pasador alto para que exista privacidad sin riesgos de que alguien entre.

Es necesario fijar límites. A medida que aumenta la edad, la privacidad genera autonomía. La curiosidad no debe ser la razón que permita cualquier intromisión. A modo general, el sitio para dormir y el momento del baño deben ser momentos privados.

 

  • ¿Podemos bañarnos con nuestros hijos? ¿Está mal este comportamiento? El Dr. Flores Colombino explica que si desde el comienzo de la vida de una nueva familia, los esposos viven con naturalidad el desnudo, la incorporación del niño a este modelo se hace en forma espontánea y sin consecuencias. Bañarse juntos, en familia, es una costumbre japonesa muy extendida. Pero para nuestra cultura, el tema del desnudo no está tan asumido. El 25% de las mujeres casadas no pueden estar desnudas frente a sus esposos. Por otra parte, debe ser una conducta solo permisible con niños muy pequeñitos y evitando caer en el exhibicionismo de parte de los padres, fuente de graves trastornos sobre sus hijos.

Cada progenitor debe mantener límites saludables, respetando el pudor creciente de sus hijos. El amor puede demostrarse de otros modos. No es necesario compartir la ducha o la bañera para ello.

 

  • ¿Si los encuentro jugando al doctor? La mayoría de los niños, en algún momento de la infancia, juegan al doctor o algo similar e inspeccionan sus propios genitales y los de otros participantes. Frente a los juegos sexuales de los hijos, Gomensoro y Lutz preguntan: “¿Son perversos? ¿Son normales? ¿Son convenientes? ¿Cómo debe reaccionarse?”

Cheeser aconseja solidarizarse con ellos y decirles: “¿Qué juego están jugando?, ¿es divertido?, ¿verdad que da mucho gusto?”. Una vez ganada la confianza, sugerirles otros juegos, sin mostrar sorpresa o vergüenza. Recuerde hablar acerca de la diferencia entre privado y secreto.

Anime al niño a cuidar su intimidad y no repetir esos juegos que pueden ofender a otros porque involucra partes privadas. No inculque la idea de malo, perverso o satánico.

Extraído del libro “Niños con futuro”