La tarea más importante de todos los padres

Guiar a sus hijos en el camino de Dios es la tarea más importante de su vida.

Deuteronomio 6:5-7 dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.

Existen cinco principios importantes para concretar esta meta:

  • Reconozca que cada uno de sus hijos es una bendición de Dios

El Salmo 127:3-5 manifiesta: “Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa…”. Los hijos pertenecen a Dios, no al Estado o al país, ni siquiera a los padres. Dios nos los ha confiado para criarlos para él.

 

  • Sea un buen ejemplo para ellos

Proverbios 6:20-23 expresa: “Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida”.

Es innegable que los niños aprenden lo que viven en casa.

Si viven con crítica y hostilidad, aprenden a pelear y a condenar. Si viven con lástima, aprenden a compadecerse a sí mismos. Si viven con celos, aprenden qué es la envidia. Si viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.

En cambio;

Si los niños viven con tolerancia y estímulo, aprenden a ser pacientes y confiados. Si viven con aprobación y aceptación, aprenden a quererse y a valorar a los demás. Si viven con reconocimiento, aprenden a tener un objetivo. Si viven compartiendo, aprenden a ser generosos. Y si los niños viven en un ambiente espiritual, aprenden a amar a Dios.

 

  • Enséñeles de manera constante la Palabra de Dios

Proverbios 22:6 señala: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”. Invierta tiempo en el relato de historias bíblicas, finalizando con una moraleja o enseñanza práctica. Un buen momento puede ser antes de dormir. Cautive el interés contando con mucha pasión aquello que aparece escueto en la Biblia. Hoy los amantes del ocultismo cautivan con la mentira y nosotros despojamos a nuestros niños de la riqueza de la Palabra y del poder de Dios porque no usamos ni la pasión ni la imaginación. Comience a sembrar semillas para el futuro y la eternidad. ¡Nadie podrá robarles a sus hijos ese tesoro!

 

  • Haga de su casa un verdadero hogar

Debemos convertir nuestro hogar en un mundo de amor y en un paraíso para nuestros hijos. El hogar debe ser el centro de nuestros afectos; el sitio de nacimiento de los mejores deseos, el lugar de estímulo y amor que nos ayude a resistir los embates de la vida y nos haga saludables y fuertes para conquistar todo lo bueno que Dios tiene preparado para nosotros.

No permita que la familiaridad genere desprecio. No se otorgue permisos en su casa para decir cualquier cosa que se le cruce por la mente. Recuerde que lo que siembra, eso cosecha. Bendiga y estimule, para que lo mejor de cada integrante aflore en la familia.

 

  • Fiscalice lo que aprenden sus hijos

Mateo 24:43: “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa”.

Pregúntese: ¿Qué aprenden en casa? Lea Colosenses 3:2; Salmo 101.

¿Qué aprenden en la escuela? Lea Proverbios 19:27; 13:20; 14:7, 23 y 24.

¿Qué ven por Internet? ¿Con quién se relacionan?

¿Qué miran en la televisión? Como padre o madre usted debería filtrar lo que sus hijos ven a través de los medios masivos de comunicación. Ellos están en proceso de crecimiento y las escenas violentas, misóginas o hipersexualizadas; las distorsiones de lo que significa la intimidad matrimonial, la sexualidad explícita, etc., les pueden afectar para mal. Se intenta descriminalizar la televisión diciendo que es entretenimiento, que su función no es formativa y que la que educa es la familia. Todo cierto y mentira a la vez. La televisión es generadora de conductas, de eso no cabe duda.

El Dr. John Rosenwasser evaluó tres programas de televisión destinados a niños en edad preescolar y encontró que las percepciones de los roles asignados al varón y a la mujer se basan en los programas que miran. En otras palabras, usted debe seleccionar los programas que cree que beneficiarán a sus hijos.

Si le parece muy autoritario actuar así, piense por un momento: usted utiliza un filtro de combustible para el auto, uno para el agua y otro para el café, ¿por qué no usar un filtro para la televisión y la Internet?

Los medios de comunicación animan a la imitación. Un estudio serio dice que una persona que mira televisión en forma regular, aproximadamente ve 9.230 actos sexuales durante el lapso de un año. De toda esa actividad sexual, más del 80% se da fuera del matrimonio. Esto significa que, si el joven ve TV desde los 8 hasta los 18 años, ha visto 93.000 escenas de coitos, simulados o reales, y 72.900 de ellas han ocurrido en relaciones extramatrimoniales.

La mente de nuestros jóvenes es bombardeada con la artillería pesada del sexo permanentemente. Se convierten así en un depósito de basura. Se los llena de imágenes distorsionadas de sexo. Se los anima al sexo libre y ocasional, momentos de placer sin consecuencias.

Los agentes publicitarios invierten millones de pesos a fin de que los jóvenes relacionen sus productos con ciertas sensaciones y sentimientos. Las canciones más escuchadas en las bocas de los adolescentes contienen letras sugestivas y las revistas muestran imágenes de modelos con “súper medidas” y casi desnudas en posiciones sensuales. Todo el mundo levanta la voz para decirles a los jóvenes: “háganlo”.

¿Cómo contrarrestar la influencia de los medios masivos de comunicación?

No podemos aislar a nuestros hijos (que no lean, que no miren, que no aprendan), pero podemos hacer dos cosas favorables: la primera es filtrar lo que llega hasta ellos y, la segunda, edificar en ellos convicciones y valores que les sirvan como brújula en la vida.

 

Valore su familia

Dios y la familia son lo más importante de su vida. Hoy es el día en que puede fortalecer sus vínculos con amor. No es hora para sentir culpa o lamentar el mal que se haya hecho; es momento para cambiar y comenzar a transitar por el mejor camino en la construcción de un buen futuro.

Demuestre interés por su familia. Las siguientes ideas podrían servirle de incentivo para mejorar la relación en el seno del hogar.

  • Brinde su tiempo de verdad; es decir, tiempo de calidad a su cónyuge y a cada uno de sus hijos. Escuche atentamente y sin interrupciones. Haga preguntas para descubrir cuáles son sus verdaderos intereses. De cualquier manera que usted muestre amor por su familia, redundará en su propio bien.
  • Anticípese a las necesidades de su familia y póngalas como prioridad. Por ejemplo, podría comprometerse a participar de algún evento en el que sus hijos tomen parte o sencillamente acompañar a su esposa a la peluquería.
  • Reflexione acerca de cinco virtudes de sus hijos y de su pareja y, en cuanto pueda, menciónelas. Destaque esas cualidades positivas ante sus amigos y familiares y también cuando están en la intimidad del hogar. Un poco de amor puede causar un efecto inesperadamente grande.

El Señor le ha regalado una familia; pero usted tiene que aprender a amarla, cuidarla, valorarla y darle la atención que merece pues, al igual que la plantita de nuestra historia, los sentimientos y los afectos también pueden secarse y morir. ¡Cuide a los que ama!

 

Extraído del libro “Niños con futuro”