Es necesario

“… Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”, Lucas 9:22.

Jesús compartió con sus discípulos que, antes de morir, debía sufrir. La frase “es necesario” indica que existen algunos sufrimientos de los cuales no podremos escapar; sin embargo, también implica que otros sufrimientos pueden evitarse.

No es Dios quien determina cuánto tiempo pasará un hombre en el desierto. Los hijos de Israel permanecieron cuarenta años en el desierto por no obedecer a Dios; mientras que Jesús, debido a su fidelidad al Padre, pasó solamente cuarenta días. Evitar muchos sufrimientos podría estar en nuestras manos. “Puedes atravesar el desierto en cuarenta días como lo hizo Jesús o desperdiciar cuarenta años como lo hicieron los hijos de Israel”.17

Sea cual fuera la razón por la que estás en el desierto de las pruebas, lo cierto es que allí Dios probará tu corazón. El desierto manifiesta el carácter de una persona. Saca a la luz lo que realmente es y descubre lo más profundo del ser.

El desierto muestra hasta qué punto permanecerás fiel al Señor. En el desierto uno mira cara a cara sus propias debilidades y queda “desnudo” delante de Dios. ¡Por eso el desierto es necesario! Sí, inevitable para probarnos delante de Dios y conocernos a nosotros mismos.

El pastor Sam Him, en su libro Desde hoy en adelante, dice: “En el tiempo de la prueba, puede ser que le pidas al Señor algunas respuestas, pero que todo lo que recibas sea silencio. No te desanimes. ¿Te acuerdas de la época de exámenes en la escuela? El profesor hablaba durante días y semanas. Entonces aprendías, tomabas notas, hacías las tareas y practicabas lo que se había enseñado. Luego, venía la prueba. El profesor estaba contigo en el aula, pero en silencio. No era el tiempo de hablar; era el tiempo de demostrar en el examen lo que habías aprendido”.18

Los hijos de Israel desperdiciaron cuarenta años por no aprender las lecciones que Dios les daba. No cometas el mismo error. Muchas personas se dejan vencer demasiado rápido al enfrentar algún desierto. No quieren aprender. Prefieren dar vueltas y vueltas en lugar de hacer lo que saben que tienen que hacer. El desierto sería una mera fatalidad si no aprendiéramos a extraer los innumerables beneficios que trae. Dios quiere bendecirnos aun en medio de las pruebas; son ellas las que nos hacen fuertes, nos ejercitan en la fe, templan nuestro carácter y nos ayudan a ver las áreas de nuestras vidas que necesitan ser corregidas o afirmadas.

No te dejes vencer por los desiertos. No te quejes. Asimila las enseñanzas y mantén una actitud abierta. Declara: “aunque las circunstancias a mi alrededor parezcan imposibles de arreglar, yo seguiré gozoso, porque mi gozo proviene de la fuente que es Cristo. Mantendré mi comunión íntima, no le fallaré en esta hora. Más bien examinaré mi vida y corregiré todo lo que no lleva honra al Señor. Aprenderé a descansar en la fidelidad de mi buen Dios y seré paciente. No permitiré que mi ánimo decaiga. Correré al encuentro de la presencia de Jesús, pues ha prometido no abandonarme en medio de la necesidad y yo sé en quién he creído. Él es fiel para sostener mi vida conforme a su propósito. Y aunque una puerta se haya cerrado, sé que abrirá una mejor y más grande para mí. Sé que esta adversidad no lo toma por sorpresa y forma parte de mi entrenamiento. Declaro que, una vez superada la dificultad, tendré una mayor claridad, revelación y unción de Dios como nunca antes en mi vida. Amén”.