“Jehová había dicho a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”, Génesis 12:1.
He aquí algunos principios espirituales que bendecirán tu vida:
- Lo mejor siempre está por venir.
Dios invitó a Abram a dejar todo lo que amaba a cambio de una tierra que no conocía, Génesis 12:1. No sabía a dónde iba, pero Abram partió creyendo que lo mejor estaba por venir. Quizás Dios está tratando de guiarte a un nuevo lugar o darte un ministerio en que puedas serle más útil y servirlo mejor que en la actualidad. No dejes que la comodidad y la seguridad de tu posición actual te hagan perder el propósito de Dios para tu vida.
- La obediencia antecede a la revelación.
Abram obedeció parcialmente, Génesis 11:31. Los afectos naturales impidieron que Abram respondiera completamente al llamado de Dios. Se llevó parte de la familia y se detuvo en un sitio que Dios no quería. Se contentó con menos de lo que Dios tenía para él. Sucede exactamente lo mismo cuando no nos rendimos totalmente a su voluntad.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la obediencia parcial? Abram no recibió revelación mientras estuvo en Harán. Si quieres mayor discernimiento espiritual es preciso que estés en el lugar donde Dios quiere que estés, haciendo lo que Dios quiere que hagas.
¿Estás en el lugar que Dios te pidió? Recuerda que el amor de Dios hacia ti es incondicional, pero su presencia y bendición dependen de tu obediencia.
- Las circunstancias actuales no limitan a Dios.
Abram llegó a la tierra de la promesa. “Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem… y el cananeo estaba entonces en la tierra”, Génesis 12:6. Ahora compara: “El cananeo estaba en la tierra” y “Apareció Jehová a Abram y le dijo: a tu descendencia daré esta tierra”, Génesis 12:7. Abram se encontró con los cananeos, símbolo de Satanás. Estaba el enemigo, pero también estaba Jehová. Abram vivía en un desierto, como forastero y junto al enemigo; en medio de problemas y dificultades, pero tenía a Dios y con ello le bastaba. Permaneció en el lugar que Dios quería y pronto su desierto se convirtió en un verdadero oasis.
El lugar en el que estás no es tu final. Las circunstancias a tu alrededor no limitan a Dios. No te rindas ante las adversidades ni digas: “de ésta no voy a salir” o “nunca se me dan las oportunidades” o “jamás podré cambiar mi realidad adversa” o “todo me sale mal”. Debes creer que lo bueno de parte de Dios llegará. Debes creerlo antes de verlo, a fin de honrarlo con tu fe. Es más, debes actuar como si ya estuvieras bendecido porque Efesios 1:3 dice: “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo”, PDT. Abram pudo pensar que se encontraba en una situación imposible de solucionar, pero eligió confiar en Dios. Creyó que Dios podía prosperarlo aun en medio de un desierto. Y Dios lo hizo. Sus cultivos y sus rebaños se multiplicaron a tal punto que llegó a ser un hombre riquísimo.
¿Sabes cuál es el principio espiritual? El lugar en el que estás no determina el grado de tu bendición. El nivel de tu prosperidad está determinado por tu obediencia, no por tus circunstancias. Abram obedecía y, donde él estaba, la bendición lo acompañaba. Tú eres una bendición. Si te mantienes aferrado a Dios, honrando su Palabra y obedeciendo sus mandamientos la bendición estará donde estés. Así le sucedió a José; sin importar donde lo pusieran, él prosperaba y ascendía porque el favor de Dios estaba con él.
“Al igual que Abram, tal vez no te encuentres ahora en el lugar perfecto. Tal vez no tengas un matrimonio perfecto, un trabajo perfecto ni un vecindario perfecto. Pero recuerda, el lugar donde estás no determina el grado de bienaventuranza. Los demás no determinan la gracia que recibes. Y lo cierto es que, cuando tú llegaste, llegó también la bendición. Avanza con fe ya que Dios tiene guardadas grandes cosas en el futuro para tu vida”.2
- No siempre la prosperidad económica es bendición.
Abram desobedeció una vez más. “Hubo entonces hambre en la tierra y descendió Abram a Egipto para vivir allí; porque era grande el hambre en la tierra”, Génesis 12:10. “Subió pues Abram de Egipto… y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro”, Génesis 13:1-2.
En Canaán había hambre, cierto; aun más, a su alcance estaba Egipto, ofreciéndole socorro; pero el sendero del siervo de Dios estaba claro. “Más le hubiera valido morir de hambre en Canaán, si necesario fuera, que vivir en la abundancia de Egipto. Más vale sufrir en el camino de Dios, que holgarse en el de Satanás. Más vale ser pobre con Cristo que rico sin Él”.3
A veces creemos que un camino fácil y libre de problemas es señal de que Dios nos está guiando por él. Esto es un gran error.
El sendero de la obediencia es a menudo penoso para que nosotros no nos apoyemos en ninguna otra persona que no sea nuestro Señor.
Dios quería que Abram permaneciera en Canaán, pero en ese sitio había “hambre”, Génesis 12:10. Pablo fue llamado por Dios a Macedonia y lo primero que encontró fue la cárcel. Un corazón independiente y sin comunión con Dios habría visto en esa prueba un golpe fatal a su misión.
Abram tuvo en Egipto “ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos”, prueba evidente, dirá el corazón natural, que Abram hizo bien al descender a Egipto. Pero ¡ay!, en Egipto no tuvo altar ni comunión con Dios. El país de Faraón no era lugar de la presencia de Jehová y al descender allí, Abram perdió más de lo que ganó.
Así sucede siempre, nada puede sustituir la comunión con Dios. La salvación de una calamidad temporal y la adquisición de las riquezas más grandes son pobres sustitutos de la presencia del Señor, porque se pierde mucho más al alejarse del sendero de la obediencia que lo que puede ganarse en él. Velemos contra esta tendencia de abandonar el camino de la obediencia sencilla y completa, camino estrecho, pero siempre seguro, a veces áspero, pero siempre feliz y bendito. Si nos viene la prueba, en lugar de volver atrás en pos de Egipto, acojámonos a Dios; y así la prueba, en lugar de sernos motivo de caída, nos será ocasión de manifestar nuestra obediencia.4
Abram finalmente fue restaurado a la comunión con Dios cuando retornó al lugar que Dios quería. Tuvo que desandar el camino de la desobediencia y, cuando lo hizo, volvió a tener revelación de Dios, Génesis 13:4.
Cuando estés en el lugar donde Dios quiere que estés, haciendo lo que quiere que hagas, su revelación, comunión y bendición jamás te faltarán, independientemente de las circunstancias que te rodeen.
Extraído del libro “Especialista en Restauración”