Nº2 // Padres que no guían, hijos que se extravían

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”, Proverbios 22:6.
Criar es orientar. Educar es guiar, es transmitir valores trascendentes por medio de la conducta; es acompañar activamente hacia el camino de la maduración y la autonomía positiva.

¿Ama a todos tus hijos por igual?
Isaac manifestó favoritismo por su hijo mayor, Esaú, despreciando a Jacob, el menor. Como consecuencia, Jacob y Esaú estuvieron enemistados la mayor parte de sus vidas.
El mal ejemplo de papá Isaac se repitió cuando Jacob tuvo su propia familia. Frente a una situación de mucho riesgo mandó al frente beligerante a los menos amados y alejó lo más posible del peligro a los hijos más queridos. Cuando tratas mejor a uno o algunos de tus hijos, en desmedro de los otros, los estás preparando para que surjan celos y divisiones. Cada uno de tus hijos tiene diferentes capacidades, dones y talentos. Tu deber es guiarlos para que lleguen a ser todo lo que Dios espera. Ama a todos tus hijos con igual intensidad.

¿Enseñas a tus hijos a elegir buenas amistades?
En la Biblia se relata que Amnón, el hijo mayor del rey David, escuchó el consejo de su “amigo” Jonadab y este desacierto le costó la vida, 2º Samuel 13. Enseña a cada uno de tus hijos a elegir buenos amigos. Cuán lejos y cuán alto llegarán en la vida estará determinado por el círculo íntimo.

¿Bendices a tu familia?
La palabra “bendecir” significa “bien decir”. Bendecir es honrar. Esto incluye:
– Contacto significativo. Los patriarcas ponían sus manos sobre la cabeza de sus hijos y besaban su frente en señal de bendición.
– Charlas de ánimo y buenos augurios. Ellos declaraban sobre sus hijos palabras de afirmación y ánimo. Hablaban usando términos que manifestaban el alto valor que conferían a aquellos que bendecían. Los patriarcas proclamaban proféticamente el futuro de sus hijos.
– Compromiso activo. Las bendiciones de los patriarcas no terminaban con las palabras; hacían todo lo que se necesitaba para preparar a sus hijos para alcanzar la bendición y, luego, para vivir bajo bendición.
Podríamos imitar este modelo de crianza. Afirmemos los dones, talentos y atributos de nuestros hijos. Animémoslos a que se superen cada día para alcanzar el maravilloso futuro que Dios tiene preparado para ellos.

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