“Las relaciones no funcionan por una de las dos razones siguientes: estás con la persona adecuada pero la amas de forma equivocada o, directamente, estás con la persona equivocada”, Bárbara Angelsis.
De todos los factores que influyen en el éxito de una relación, el más importante radica en una elección satisfactoria. Muchas cosas podrán mejorar un matrimonio, pero ninguna sustituirá la buena elección. ¡Elige bien a tu pareja y la vida te resultará más fácil!
Cuando el primer y principal anhelo de uno de los miembros de la pareja es ser fiel a Dios, agradarle, servirle y proclamar su bondad; mientras que al otro no le interesan esas cosas, seguramente habrá un profundo sentimiento de soledad en esa relación: “Cuando el SEÑOR tu Dios te lleve dentro de la tierra donde estás a punto de entrar… No te unas en matrimonio con su gente. No permitas que tus hijas ni tus hijos se casen con los hijos o las hijas de esas naciones, porque ellos harán que tus hijos y tus hijas se aparten de mí para rendir culto a otros dioses. Entonces el enojo del SEÑOR arderá contra ti, y pronto te destruirá”, Deuteronomio 7:1-4 (NTV).
Observa cómo actuaron a los que se les ordenó no casarse con personas de otras creencias religiosas: “Así que los israelitas vivieron entre los cananeos… y se unieron en matrimonio con ellos… Y los israelitas sirvieron a los dioses de esas naciones… hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR… Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra Israel…”, Jueces 3:5-8 (NTV).
Salomón, con toda su sabiduría, incurrió en este mismo pecado casándose con cientos de mujeres paganas que desviaron su corazón de Dios. Con toda probabilidad también tú seas tentado a desobedecer en este aspecto. ¡No lo hagas! La Biblia dice: “¿Pueden dos caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo?”, Amós 3:3 (NVI). “No se asocien íntimamente con los que son incrédulos…”, 2ª Corintios 6:14 (NTV). Aunque trates de justificar tu desobediencia: “nos amamos profundamente”, “no me prohíbe ir a la iglesia”, “es más honesto que muchos cristianos que conozco”, “nos llevamos de maravillas”, etc., todas estas excusas no resolverán las profundas fisuras a lo largo de la vida compartida. No puedes justificar lo injustificable. Un matrimonio en el que uno de sus integrantes no sea consagrado a Dios hará que la relación termine deshonrándolo. Y si Dios no es honrado por qué supones que su bendición estará sobre tu casa.
En Mateo 7:24-27 Jesús enseña que el éxito en la edificación está en el cimiento. Debes edificar la relación sobre la roca eterna que es Cristo. Nada, absolutamente nada es tan prioritario como cultivar una relación de amor con Dios. Una vida espiritual raquítica engendra un matrimonio enfermo y una familia descuidada. El matrimonio no demanda perfección, pero sí dependencia del Señor. El gran secreto para que un matrimonio funcione es la vida espiritual de cada uno de los contrayentes. Cuanto más cerca de Dios estén más cerca estarán uno del otro: “Si el SEÑOR no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo…” Salmo 127:1 (NTV). Si Dios es el centro de sus vidas, también lo será de su matrimonio.
¿Qué características o cualidades te atrajeron de la persona que ahora es tu novio/a? ¿Qué es lo que más valoras de él o ella?
Extraído del libro “¡Horror! Desperté con un desconocido en mi cama.