El problema sobreviene si lo único que pregunta se relaciona con lo sexual. Aquí hay que abrir los ojos, puede ser por simple curiosidad, no podemos descartarlo; pero también puede significar que alguien más grande le haya enseñado contenidos sexuales explícitos o lo haya hecho partícipe de alguna actividad sexual. Para indagar, debe actuarse con naturalidad, preguntar sin direccionar; es decir, sin sugerir respuestas, y observar con atención tanto los juegos entres niños como la proximidad con otras personas mayores. Esté más cerca, preste atención a cosas que suelen pasarse por alto.
Por otra parte, y respondiendo al temor de una perversión en la vida adulta, tenga paz. El hecho de que pregunte no significa que vaya a transformarse en un pervertido sexual cuando sea un adulto.
Recuerde, ese hijo o hija es como un papel en blanco en el que usted está escribiendo las mejores notas de su vida. Brinde protección y estímulo. Las buenas semillas producen buenos frutos. ¡Cobre ánimo! Los resultados serán maravillosos.
Finalmente, algunos niños lo hacen porque han olvidado la respuesta que se les ha dado. Una manera de afianzar lo enseñado en una oportunidad anterior, es comenzar diciendo: “¿te acuerdas de que el otro día hablamos de esto…?” Si el niño o niña recuerda ese momento particular, puede ser que también recuerde qué se dijo. Lo aconsejable es invitarlo a sentarse a nuestro lado, e intentemos que relate lo que recuerda. A veces esto es suficiente para dar por finalizada la cuestión.
En otras oportunidades, se deberá repetir el concepto hasta que sea entendido. Si surgen nuevas preguntas, se responde puntualmente.
Si la conducta masturbatoria ocurre a muy temprana edad, frente a cualquier persona y de manera compulsiva, se recomienda la consulta con un especialista, por el simple motivo de que la masturbación representa una manera en la que se expresa alguna angustia o trauma: desde una pérdida o un conflicto de los padres, hasta una mudanza, por dar algún ejemplo.
A temprana edad, se recomienda a los padres no pegarle en las manos ni condenar con severidad, sino distraer la atención del niño o niña sin dar mayor importancia al hecho.
Si eso no da resultado y el lenguaje está desarrollado, es conveniente sentarse a charlar para explicar la diferencia entre privado y público, que ya mencionamos antes, haciendo el encargo adicional de no introducir nada en los orificios naturales.
La masturbación forma parte del descubrimiento del propio cuerpo. Muchos niños descubren la zona genital como sitio de placer y, por ello, repiten la acción de tocarse o frotarse. No implica nada malo o pernicioso. No significa que es pervertido o que algo funciona mal. Entiéndase bien, no estamos haciendo una apología para que la gente ande masturbándose, pero debemos humanizar la sexualidad. Algunos sostienen que la masturbación es siempre mala porque se asocia a pensamientos ‘sucios’. Sin embargo, las personas con discapacidad mental severa, cuya edad mental no supera los tres años, a menudo tienen conductas masturbatorias y no poseen la capacidad de articular un pensamiento. Recurren a esa conducta por el placer mismo, de lo que se deduce que no siempre se asocia con pensamientos ‘sucios’. Por otra parte, hay personas que tienen la mente saturada de cosas feas y no se tocan nunca los genitales. ¿Dónde está la raíz del mal? Si coincidimos en que está en la mente de la persona, actuemos allí en vez de únicamente cortar la rama.
Si usted descubre a su hijo/a masturbándose, no reaccione en el momento. Deje pasar unos días y, luego, ofrezca con toda comprensión su tiempo para charlar. No emita juicio. No crea que se le va a secar el cerebro o que le van a salir pelos en las manos. No intentará violar a alguien o tener sexo porque se haya masturbado.
¿Si trata de tocarme los pechos y no entiende que eso no se hace? Esta es una pregunta que suelen hacer las madres de niños a temprana edad que siguen buscando los pechos de su madre, más allá del tiempo de lactancia. En estos casos se recomiendan límites precisos, concretos. El no es no. Si no entiende razones, debe evitarse la cercanía física que permita el contacto. La idea es separar el cuerpo de ese niño en crecimiento, del de su madre.
Es necesario fijar límites. A medida que aumenta la edad, la privacidad genera autonomía. La curiosidad no debe ser la razón que permita cualquier intromisión. A modo general, el sitio para dormir y el momento del baño deben ser momentos privados.
Cada progenitor debe mantener límites saludables, respetando el pudor creciente de sus hijos. El amor puede demostrarse de otros modos. No es necesario compartir la ducha o la bañera para ello.
Cheeser aconseja solidarizarse con ellos y decirles: “¿Qué juego están jugando?, ¿es divertido?, ¿verdad que da mucho gusto?”. Una vez ganada la confianza, sugerirles otros juegos, sin mostrar sorpresa o vergüenza. Recuerde hablar acerca de la diferencia entre privado y secreto.
Anime al niño a cuidar su intimidad y no repetir esos juegos que pueden ofender a otros porque involucra partes privadas. No inculque la idea de malo, perverso o satánico.
Extraído del libro “Niños con futuro”