Las comparaciones y el favoritismo

¡Vivimos comparando! Ya sea en la compra de ropa, electrodomésticos, un auto o una casa, se comparan precios, calidad, ventajas y prestaciones. Siempre se diferencia un artículo de otro. Sin darnos cuenta, actuamos de manera similar en otros planos de la vida. Nos encontramos analizando, comparando, viendo ventajas y desventajas en nuestras amistades, matrimonio, nuestros hijos, etc. Entendemos que la forma de ‘calificar ‘ una cosa no se aplica a una relación interpersonal, pero a veces resulta difícil en la práctica.

 

¿Son comunes los celos entre hermanos?

 

Probablemente coincidas en que se describen como ‘algo natural’. En realidad la Biblia los define como ‘carnales’. Los celos desagradan a Dios y debemos desterrarlos. Un viejo adagio nos recuerda que es más fácil llorar con los que lloran que alegrarse con las grandes bendiciones de los que se gozan. ¿Qué piensas al respecto? ¿Coincides con esta afirmación?

 

Los progenitores: ¿inciden en los celos entre los hermanos? Muchas veces, deseando la superación de todos, tendemos a señalar los aciertos de uno de nuestros hijos pidiendo que el resto lo imite. Cada vez que comparamos, dañamos.

 

Jacob mostró favoritismo hacia José. Veamos el texto bíblico: «Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores. Pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos», Génesis 37:3-4 (TLA).

 

A causa del favoritismo de su padre, ¿hasta qué punto se exacerbaron los celos contra José? …José siguió buscando a sus hermanos… Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo. Unos a otros se decían: «¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador! Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!», Génesis 37:17-20 (TLA).

 

José no tenía más que sus hermanos, al contrario: era el menor, no disponía de dinero, no poseía propiedades o influencias, no tomaba decisiones ni ejercía responsabilidades. En todo caso era el chico de los mandados, pero una túnica de colores y un par de sueños encendieron el odio tenaz y homicida de sus propios hermanos. Se pusieron de acuerdo para matarlo. ¿No resulta ilógico? ¿Nadie lo defendió diciendo: «es nuestra sangre», «es parte de nuestra familia» o «nuestro padre morirá por la noticia»? «Si hay algo que viaja más rápido que la luz es la envidia en el corazón humano».

 

Podrían haber hablado con él o dirimido las diferencias, podrían haberle enseñado a ser humilde; también podrían haber ridiculizado sus sueños o descreer de ellos, pero la envidia no obra de esa manera. La envidia actúa desde lejos sobre los más cercanos. No busca aquietar las aguas sino destruir la diferencia aunque eso cueste destruir a quien porta la diferencia. En esto radica la calumnia, el chisme y toda división; es la expresión de que el ‘otro’ desaparezca o muera.

 

Las injusticias y la superación en Dios

 

¿Qué implicaba vender a José como esclavo? ¿Salvaban su vida? ¿O la agonía lenta era otra forma de humillarlo? La esclavitud entraña la pérdida de la libertad personal. Ya no sería sujeto con derechos o persona con libre albedrío sino una mera ‘propiedad u objeto’. La esclavitud abría la puerta a todo tipo de maltrato, vejámenes, abusos y ultrajes. Matarlo significaba acabar con su sufrimiento, mientras que la esclavitud era una forma de venganza más refinada porque imponía un desconsuelo permanente. Pero, ¿qué ocurrió? Dios mantuvo en José la llama de la fe que Él mismo había encendido por medio de los sueños y lo condujo en toda situación hacia la superación. Para quienes cuentan con esa luz interior y eterna que surge en Dios les será posible capitalizar hasta las desventajas. José se caracterizó por prosperar en medio de las más terribles adversidades.

 

No te desalientes al punto de abandonar los anhelos de tu corazón. Por pocos avances que tengas en esta etapa, ellos son la primicia de los que vendrán. Querida mamá: cuando lleguen los vientos favorables el resultado de tu trabajo será magnífico y abundante porque fuiste preparada en la oposición y prosperaste en la adversidad.

 

Piensa por un momento en aspectos que la Biblia no menciona de la vida de José, por ejemplo: ¿dónde aprendió economía, si nunca asistió a la universidad? La pericia debe haber sido muy impactante porque Potifar le confió la administración de su cuantiosa fortuna. Más adelante, José administraría todo el imperio Egipcio, manteniendo la estabilidad y el crecimiento en medio de una crisis global que persistió por años.

 

La Biblia no relata esos pormenores, pero podemos deducir que cuando estuvo con los mercaderes aprendió el oficio de ‘comerciar’. No perdió tiempo lamentando su ‘mala suerte’ sino que aprovechó toda oportunidad disfrazada de problema como parte esencial en el cumplimiento de su sueño. Nadie sabe qué vendrá, ¡pero si confías en Dios tu futuro será glorioso! Concíbelo en tu espíritu. Aprende todo cuanto puedas, aprovecha cada desventaja, no pases el tiempo buscando un hombro para llorar. Si quieres llorar, llora mientras avanzas y buscas respuestas en el trono de la gracia profundizando tu comunión con el Dios Todopoderoso. ¡Si José lo hizo tú también podrás!

 

José era diligente y proactivo. ¿Cómo lo sabemos? Los líderes poseen la capacidad de reconocer a los potenciales triunfadores. Potifar, al poco tiempo de tenerlo a su servicio, colocó todo su patrimonio bajo la supervisión de José. Nadie tomaría semejante decisión si no viera aptitud y actitud. Aquello que José tocaba prosperaba.

 

¿Cómo te das cuenta de que alguien es favorecido por Dios? A simple vista no puede decirse que José fuera un ‘favorecido’ porque fue odiado por sus hermanos, vendido como esclavo, sobreexigido con responsabilidades (podríamos decir explotado laboralmente), acosado sexualmente, echado a la cárcel sin juicio y, siendo absolutamente inocente fue olvidado por aquellos a quienes ayudó. Cualquiera podría preguntar: ¿dónde está el favor de Dios?

 

No te centres en el marco general, observa al Dios personal que revela José en cada incidente de su vida. Si puedes mantener enfocada tu fe en el que tiene todo poder, aunque no veas a Dios en las circunstancias sí lo verás en el resultado de lo que emprendas.

 

El Señor Todopoderoso que habita en la luz inaccesible se place de iluminar nuestro más oscuro momento y sacarnos de cualquier prisión de oscuridad. ¡Gloria al que es tan íntimo, cercano y amoroso!

 

El valor de los desiertos

 

Una máxima popular reza: «Hasta un tonto puede aprovechar una ventaja, pero solo los sabios transforman una desventaja para su provecho». Otro adagio dice: «si la vida te da un limón, conviértelo en limonada».

 

Algunos van al desierto porque no tienen opción, otros por propia decisión. Ejemplos de los primeros son David huyendo de Saúl o Elías escapando de Jezabel. Pero entre quienes fueron en búsqueda del desierto podemos mencionar a Juan el Bautista, Jesús y Pablo. Para la mayoría de las personas, cuando se habla de desierto, la asociación resulta incómoda y desagradable porque evoca falta de agua, intenso calor, alimañas, privaciones extremas y la cercanía de la muerte que acecha de manera permanente.

No rebajes tus expectativas, no entregues a tus hijos al mundo, lucha espiritualmente y reclama sobre ellos el cumplimiento completo de los designios de Dios. Mientras oras, reclámalos para el Señor. Mientras ellos duermen profetiza sobre sus vidas. No dejes de orar y proclamar que toda tu familia y las siguientes generaciones serán de Jehová. Recuerda siempre: «¡Madres que afirman, hijos que prosperan!».

 

Extraído del libro “Madres que afirman, hijos que prosperan”