Cómo ayudar a los niños en la superación – Parte II

Desafiarlos a soñar. Este principio entraña la responsabilidad de fijar metas en la actualidad para alcanzar cada ambicioso proyecto en el más allá, ya sea en la juventud o incluso en la vida adulta. Tal vez el sueño de alguno de tus hijos sea componer canciones o cantar. ¿Cómo iniciamos el proceso? Aprendiendo música. Y aunque muchos niños tienen sueños que luego tomarán otras formas, en todos los casos podemos guiarlos para forjar el conocimiento y las actitudes que les permitan avanzar.

 

Algunas madres resguardan a sus hijos de todo tipo de decepción creyendo que la sobreprotección les evitará el fracaso, pero es al contrario. Un hijo que crece sin frustraciones y sin obstáculos (porque mami soluciona todos los problemas) será inmaduro y, probablemente se desmorone ante la más mínima contrariedad. No asumas que será débil si hoy enfrenta problemas. Acompáñalo, ayúdalo, sostenlo y anímalo con tus palabras y acciones, pero declara que esta dificultad lo capacitará con más fortaleza y mayor entereza.

 

En toda disciplina que se aplique (música, danza, deportes, idiomas, etc.) al final de cada curso o año lectivo o cuando logre avances significativos celebra con él y el resto de la familia. Ser conscientes de la capacidad para superar los obstáculos lo hará más ‘grande’.

 

El libro de Génesis nos relata la historia de José, al que se le conoce como ‘el soñador’. ¿Has notado el proceder de su padre Jacob? La Biblia nos cuenta que cuando José contaba sus sueños, su padre trataba de entender el significado de los mismos; es decir, escuchó y meditó en los sueños de su hijo (Génesis 37:11). Imitemos esta actitud. Que tus propios miedos no limiten a la siguiente generación, no los maldigas a partir de tus temores o dolores por los fracasos experimentados.

 

Fomentar una autoestima saludable. Charles H. Cooley desarrolló el concepto de la “personalidad espejo” para explicar cómo se gesta la autoestima. Este postulado dice que el concepto que una persona tiene de sí misma está determinado por la opinión que las personas más importantes de su vida tienen de ella. Para un niño las personas más importantes son sus padres. Según el concepto que ellos tengan de su hijo será la autoestima que desarrolle el pequeño; en otras palabras, el concepto de valía personal dependerá de lo que sus padres piensen de él. Si los padres creen en él y le hacen sentir que es alguien especial, talentoso e inteligente y que, además, es posible que logre grandes metas, el niño crecerá con un concepto positivo de sí mismo y desarrollará no solo sus potencialidades, sino relaciones saludables en su entorno social.

 

Potenciar la memoria de gratos recuerdos y batallas ganadas. Recordarles selectivamente a tus hijos las veces en que superaron dificultades, hicieron frente a un desafío o atravesaron una prueba es la semilla para lograr mucho más en el futuro cercano. Potenciar la memoria de gratos recuerdos constituye un tesoro etéreo de gran peso porque tus hijos aprenderán a confiar en ellos mismos para resolver los nuevos problemas, a la vez que los estimulará a responsabilizarse de las decisiones que tomen. La autoestima saludable incluye una gran dosis de humor hacia la vida, hacia las pruebas y hasta consigo mismo. Enseñarles a reír y a recuperar la alegría tras una derrota o fracaso es esencial para mantener vigorosa y saludable la propia valía. Cuidar la autoestima no significa darle todo lo que pide, omitir las consecuencias por sus malos actos y solucionar por él todos los problemas. Este error de los progenitores determina adultos dependientes, egocéntricos e irresponsables. Comprométete a elevar la autoestima sin perjudicar su futuro, ¡aunque no sea popular en estos días!

 

Priorizar el ser por encima del hacer. Las actitudes más que las aptitudes (capacitación y títulos académicos) determinarán el grado de triunfo personal. Las aflicciones, los reveses y las dificultades son parte de la vida. No creas que los problemas destruirán el futuro de sus hijos, al contrario. Si determinas crear una atmósfera de fe genuina, afianzada en una vida de oración poderosa en el Espíritu Santo, todo lo que venga a la vida será para bien. Así lo proclama Romanos 8:28. Extraer lo positivo aun de los sucesos negativos son instrumentos poderosos que les otorgarán a tus hijos las armas para forjar destinos de gloria.

 

Estimular la curiosidad por investigar y aprender.  Toda disciplina, por más ardua y complicada que sea, terminará haciéndose sencilla con la práctica. ¿Quién no ha visto a un patinador sobre hielo haciendo piruetas que parecen tan simples? (Hasta que uno intenta y se da de bruces contra el suelo). Aprender permite entender los procesos e incorporar el conocimiento de modo paulatino, asumiendo grados crecientes de dificultad.

 

Nadie nace sabiendo. Todo se aprende y todo sirve para crecer. Esta convicción debes transmitirla a tus hijos a fin de darles la oportunidad para que sueñen y trabajen hasta ver concretadas sus aspiraciones, sin importar las veces que fallen o se equivoquen.

 

Enseñar que el cambio es parte de la vida. En las víctimas de abuso infantil, así como en las personas traumatizadas, suele haber una resistencia al cambio, al crecimiento; a enfrentar las nuevas etapas o desafíos. Se niegan a asumir responsabilidades o concretar anhelos. Tienen ideas geniales, pero solo son eso; jamás las llevan a la acción. Los invalida el miedo a fracasar, los persigue el temor.

 

Como madre debes acompañar con bendición y paciencia a cada hijo/a hasta que lo que le digas sea creído por él o ella. Enseñar que el cambio es positivo porque indica que estamos vivos, que cumpliremos nuestro propósito porque Dios está de nuestro lado, y que alcanzaremos muchos logros porque estamos destinados a triunfar, los proyecta a la vida con victoria.

 

El escollo más grande para cumplir con los sueños no son los niños ni sus traumas sino la displicencia de los padres sumada a la poca fe en el futuro de sus propios hijos. Son los padres los que rápidamente se de-salientan cuando son enfrentados con el pesimismo de sus hijos, las tareas que no logran cumplir o los desafíos que no logran superar. Los padres son los que se transforman en agentes de Satanás porque dejan de bendecir, dejan de proclamar que sí podrán y se rinden en vez de enseñar y reiterar. No es enseñarles a «ser el mejor» o «lograr las mejores notas» sino a superarse a ellos mismos.

 

Si aprender las tablas de multiplicar requiere repetir, insistir y volver a enseñar y repasar, ¡cuánto más una actitud de vencedor!

 

¡Incluye a Dios en todos los procesos!

 

No esperes a que sean adultos para que maduren en su fe. Tus hijos deben ser discípulos de Jesús desde niños y ejercer sus dones y talentos desde pequeños. Uno de los males de todos los tiempos es acallar la voz de los más jóvenes. Un adulto responsable se hace a partir de un niño responsable. Crear espacios de servicio, motivar a que descubran sus dones y a que sirvan conforme a ellos, acompañarlos a que experimenten encuentros vivenciales con Jesús, a que evangelicen a otros y compartan todo lo bueno que tienen, ya sea palabras, juguetes, ropas e incluso la familia, son maneras saludables de darles el mayor secreto de una vida victoriosa y plena: aquella que es vivida no solo para sí, sino para Dios y el servicio a los demás.

 

Extraído del libro “Madres que afirman, hijos que prosperan”