¿Hablar de finanzas?

El dinero es la principal causa de peleas en los matrimonios. Es posible que provengas de una familia en la que el manejo del dinero sea totalmente diferente al de tu pareja. Detente aquí y evalúa junto a tu novio/a este tema. Pregúntale, en la historia de tu familia: ¿Quién administraba el dinero? ¿Se gastaba todo lo que se ganaba o se ahorraba parte de él? ¿Se endeudaban? ¿Había diferentes fuentes de ingresos o el dinero provenía de un solo trabajo? ¿Conocían el concepto de la inversión? El dinero, ¿era fuente de alegría? Tus padres, ¿discutían por dinero? ¿Qué aprendiste de ellos en cuanto a la administración económica? ¿Descubriste alguna forma diferente de administrar? ¿Estás programado para ahorrar o para gastar? ¿Eres capaz de hacer buenos negocios o grandes desastres? ¿Qué necesitarías ajustar para ser un buen administrador de tus finanzas?

Un matrimonio armónico exige el consenso en la toma de decisiones; se debe respetar la opinión de ambos cónyuges. Si estás influido por la cultura machista, quizás creas que es el hombre el que debe decidir porque es quien trae el dinero a casa o simplemente porque es hombre. Sin embargo, la Biblia muestra a una mujer como excelente administrador, ejecutivo y propietario: “Sale a comprar lana y lino, y con sus propias manos trabaja con alegría… Calcula el precio de un campo; con sus ganancias lo compra… Es mujer de carácter; mantiene su dignidad, y enfrenta confiada el futuro. Siempre habla con sabiduría… Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien… su esposo la alaba y le dice: “Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas…”, Proverbios 31:13-29 (TLA).  Procura la unidad en tu matrimonio. Respeta la opinión de tu futuro cónyuge.

Deberás discutir con tu novio/a cómo administrarán el dinero en el matrimonio. Existe un refrán que dice: “Las personas no planean fracasar, pero fracasan por no planear”. Las siguientes preguntas podrán ayudarles a evitar desastres financieros:

  • ¿Quién administrará el dinero?
  • ¿Habrá una billetera en común o cada uno gastará a discreción según sus ingresos? Nosotros abogamos por la unidad y generosidad mutua en este aspecto. No puede haber una cama y dos billeteras.
  • ¿Cuál será el orden de las prioridades en el uso del dinero? La docilidad de ambos para alcanzar un acuerdo muestra cuán parecidos son a su Señor o cuán lejos están de Él.
  • ¿Sujetarán su economía al Señor o se regirán por los principios del mundo? En otras palabras, ¿le darán al Señor lo que le corresponde o se quedarán con las ofrendas y los diezmos que deberían entregarle? El obedecer al Señor en asuntos financieros no es una opción sino un mandato.
  • ¿Cómo establecerán metas de ahorro?
  • Actualmente, ¿tienen deudas? Enumérenlas.

 

Principios bíblicos para la administración del dinero

A continuación presentamos algunos principios bíblicos que les ayudarán en la administración de los recursos financieros. Nuestro anhelo es que cada uno de ustedes analice los siguientes puntos:

  1. Diezmar. “Traigan a mi templo sus diezmos… así no les faltará alimento…”, Malaquías 3:10 (TLA). La obediencia a su palabra es el remedio de Dios para la pobreza. Jesús dijo: “… Es cierto que deben diezmar…”, Lucas 11:42; Mateo 23:23 (NTV). Esta palabra es para todas las culturas y para toda situación financiera. “¿De dónde habremos sacado la idea de que si somos pobres Dios no espera que paguemos diezmos?”.11

Separa el 10% de tus ingresos como una forma de honrar a Dios. Si eres fiel en pagar los diezmos Dios será fiel en proveer para tus necesidades. Cuando Dios recibe lo primero, la provisión está asegurada. “… Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, Filipenses 4:19 (RVC). Cuando retenemos lo que no es nuestro siempre salimos perdiendo. No hay nada que pueda romper las promesas de Dios cuando el hombre obedece. ¿Tomarás la decisión de ser fiel en los diezmos? ¿Qué harías si tu pareja no quiere diezmar?

  1. Tomar decisiones en conjunto. “Las investigaciones muestran que las parejas cuyos integrantes se ocupan juntos de tomar las decisiones son más felices y se sienten más completas”, Sheryl Dewitt. Toma decisiones junto a tu futuro cónyuge en pie de igualdad e independientemente de quién gane más o menos. La Biblia dice: “Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza”, Proverbios 21:5 (NTV).

En el ámbito familiar es muy común que quien gana el dinero sea el que toma las decisiones, pero en un matrimonio cristiano no debe ser así. La unidad es el secreto en la administración. No intentes que tu matrimonio funcione como el de tus padres. Tal vez, si tu mamá manejaba las finanzas, creas que es tarea de la mujer. En el terreno de la administración, lo más sabio es que tome las riendas quien tenga mejor aptitud financiera, pero haciéndolo en unidad con su cónyuge.

  1. Gastar menos de lo que se gana. Si tu patrón consiste en gastar todo lo que ganas, lo más probable es que un incremento en tus ingresos tenga como resultado un incremento en tus gastos. “Ya que tenemos recursos limitados y elecciones ilimitadas, la única forma de salir adelante financieramente es negarnos algunas de las cosas que queremos. Si no tenemos la disciplina para hacer eso, entonces siempre estaremos endeudados”.12 Por eso, establece un presupuesto mensual de gastos y ajústate a ese presupuesto. Puedes vivir de manera sencilla, agradecido a Dios y con un estilo de vida en el que no adquieras deudas: “… Estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: “Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré’”, Hebreos 13:5 (NTV). La administración genuina de tus recursos te evitará muchos dolores de cabeza y dormirás tranquilo.

¿Tiendes a comprar cosas que no son necesarias? ¿Compras cuando estás de malhumor o para sentirte bien? ¿Cómo reaccionas cuando tu pareja es demasiado ahorrativa/o para tu gusto? ¿Y si gasta más de lo que esperas?

Es admirable el estilo de vida adoptado por el pastor Wayne Myres: vivir para dar. Él dijo: “Nunca he considerado la acumulación de bienes materiales como el verdadero termómetro de la prosperidad. No tengo tiempo para andar tras de cosas que solo puedo conservar por setenta y cinco o cien años. ¿Alguna vez ha visto una carroza fúnebre remolcando un camión de mudanzas? ¡Yo tampoco!”.

 

Extraído del libro “¡Horror! Desperté con un desconocido en mi cama.

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