Entonces, ¿qué haremos?

La respuesta de cómo abordar la “diversidad sexual” debería considerar tres niveles diferentes de acción:

 

  • Velar. Como cristianos individuales y como iglesia en su conjunto deberemos cuidar a nuestros hijos y a las próximas generaciones con las armas espirituales de la oración, el ayuno, la vigilia y la enseñanza de la Palabra; propiciando múltiples experiencias con la presencia de Dios, tanto para nosotros mismos como para todos los que se relacionan con nosotros.

A este respecto algunos cuestionan la práctica de la oración como medio de lucha en batallas de esta categoría. Pero la verdadera razón por la que asumen que la oración, el ayuno y las demás disciplinas espirituales no resultan efectivas es porque ellos mismos no las practican y están vacíos de fe en el poder de Dios. Muchos dicen creer en un Dios Todopoderoso, pero ‘ayudan’ con su esfuerzo porque con Dios no alcanza. Y con esto no estamos apelando a la pasividad, todo lo contrario. Cada estrategia de acción debe surgir de la comunión con Dios para que sea contundente y poderosa en la destrucción de fortalezas.

 

  • Tenemos la responsabilidad indelegable de enseñar el plan de Dios para la sexualidad a fin de preservar a las próximas generaciones de toda confusión y maquinación diabólica. En este punto debemos compartir desde edades muy tempranas el libro Cuentos que no son cuentos, ya el primer capítulo se opone de plano a la ideología de género al presentar el sexo como un regalo de Dios. Como ministerio cristiano hemos sufrido mucha oposición a causa de este capítulo. Ahora entendemos que desenmascara y destruye los planes del enemigo. Te animamos a formar parte de los que se oponen a la colonización ideológica anti Dios.

 

  • Luchar a favor de la vida y la familia. Todas las medidas sociales, jurídicas e institucionales que como iglesias de manera conjunta podamos sostener en medio de tan magna persecución y ataque a nuestros valores cristianos, así como a la libertad religiosa y de expresión, deberán ser usadas. La unidad frente a esta agresión es perentoria.

 

Finalmente, debemos comprender que para los sufrientes y necesitados nuestro amor debe estar disponible siempre. Mantengamos nuestro corazón conectado al Señor para brindar ayuda a todo el que quiera obedecerle. No dejemos que la maldad del mundo opaque nuestra comunión con el Señor, ni permitamos que las presiones del diablo apaguen la llama de nuestra fe.

 

 

Aceptar la práctica de la homosexualidad y las relaciones entre personas del mismo sexo aun en vínculos estables; aceptar el travestismo entre las filas de la iglesia o la transexualidad con o sin adecuación genital; aceptar el transgenerismo en todas sus expresiones de ‘diversidad sexual’ significa, lisa y llanamente, negar la Palabra de Dios.

 

No debe aceptarse ni el travestismo ni el transgenerismo en la iglesia, si es que queremos honrar la Palabra de Dios. Claro que debe respetarse a las personas y permitir que en el culto general participe todo el que tenga inquietudes espirituales, sin ningún tipo de restricción. Pero debe darse la bienvenida como miembro de la iglesia solo a los que honren la Palabra, adecuando su vida a ella.

 

Hoy el pueblo del Señor se encuentra en una gran encrucijada. O sostiene la Biblia como Palabra de Dios y vive conforme a ella, o se aparta totalmente de la fe predicada por los santos: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…”, 2ª Pedro 1:19 (VRV60).

 

Aunque debemos ser compasivos con todas las personas, no podemos rebajar las demandas de la santidad en medio de la iglesia porque lo que está en juego es la presencia del Señor entre nosotros. Lamentablemente, en los próximos años, veremos muchas personas atrapadas en la mentira. Ellas creerán que pueden ser lo que quieran y hacer lo que les venga en ganas sin consecuencias de ningún tipo. Esta filosofía de destrucción y muerte se ha levantado para arruinar el plan de Dios en lo íntimo de las personas, sobre todo, entre los más jóvenes.

 

Por favor, pierde el miedo para hablar de estos temas. Levántate en medio de la iglesia para enseñar cuál es la voluntad de Dios a todos los que quieran oír. No dejes que la intimidación le otorgue al enemigo el tiempo suficiente para robar muchas más vidas estropeando el futuro de la iglesia.

 

Extraído del libro “Ideología de género”

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