Nº12 // El sexo es para la reproducción

“Y les dio esta bendición: “Quiero que se reproduzcan, quiero que se multipliquen, quiero que llenen la tierra…’”, Génesis 1:28 (TLA).
Es muy llamativo que Dios exprese el “multiplicarse” bajo la forma de una bendición, no de un mandato u obligación. Sin embargo, adoptamos el imperativo como orden y no como una bendición asegurada.
Uno de los propósitos de la sexualidad es la procreación pero no es el único. Quien cambió la forma de ver la sexualidad y asociarla pura y exclusivamente al “deber de procrear” fue Agustín de Hipona.Sostuvo que reclamar el derecho marital sin la necesidad de procreación, era un pecado.Vio la sexualidad como expresión de la caída y argumentó que el gasto físico involucrado en una relación sexual disminuía las fuerzas para buscar la presencia de Dios y se convertía en un obstáculo para el fluir de la unción. Concluimos diciendo que la dimensión sexual va más allá de la capacidad reproductiva.

Mentiras que desechamos:
–   La mujer decente es aquella que no piensa en el sexo. Falso.
La sexualidad ha sido creada por Dios con la finalidad de ser disfrutada por el hombre y la mujer en el ámbito matrimonial. El deseo sexual es una parte integral de todo ser humano. Negarla no nos hace más espirituales sino más desagradecidos con Dios.

–   Buscar la satisfacción sexual indica carnalidad o egoísmo. Falso.
La sexualidad ha sido creada no sólo para la reproducción sino también para el placer. La relación sexual genera una cercanía física y emocional única, por esa razón se dice que es la más unitiva de todas las relaciones. Recordemos que el apóstol Pablo (1ª Corintios 7:8-9) aconseja el casamiento incluso a las personas viudas; es decir, prioriza la necesidad de afecto e intimidad más allá de la capacidad generativa.
La idea de Dios con la práctica sexual compartida es que ambos se sientan satisfechos, amados y deseados en los brazos del cónyuge. El placer que se obtiene en una relación sexual de dos amantes que se eligen cada día supera la duración efímera de un intenso orgasmo.

–   Usar anticonceptivos es pecado. Falso.
El mismo versículo que menciona la bendición de la reproducción agrega una enorme distinción para el ser humano: el ser comisionado por Dios para regentear o administrar la creación. En ese marco de mayordomía integral queda incluido el ejercicio de la paternidad responsable. Por lo tanto, los métodos anticonceptivos que no sean abortivos pueden emplearse con libertad de conciencia.

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