El poder del acuerdo

“Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, Mateo 18:19-20 (NVI).

 

El acuerdo atrae la presencia de Dios y garantiza la respuesta a nuestras oraciones.

El Dr. Marcelino Sojo introdujo el término “el poder del uno”, dando a entender que los esposos deben vivir en un acuerdo permanente. Génesis 2:24 dice: “Los dos serán una sola carne”. La falta de acuerdo abre la puerta a la desgracia.

El poder de la bendición sobre el primer matrimonio se activó cuando Adán y Eva estuvieron juntos, no antes: “Y los bendijo Dios y les dijo…”, Génesis 1:28.1

 

Piensa en los cuatrocientos años de dolor, sufrimiento y opresión que vivió Israel en Egipto. ¿Cuándo fueron libres? Cuando el pueblo se reunió por familias alrededor del cordero pascual; allí se rompió la opresión faraónica. Lo que no ocurrió en cuatro siglos, ocurrió en un solo día. El altar familiar es el único antídoto contra el poder de las tinieblas.

 

Israel, para la celebración de la pascua se reunió por familias alrededor del cordero. Nosotros nos reunimos en torno a Jesucristo: “…Nuestro cordero de la Pascua es Cristo, que fue sacrificado en la cruz”, 1ª Corintios 5:7 (TLA).

Muchas cosas sorprendentes ocurrieron el día en que el pueblo de Israel se reunió alrededor del cordero; una de ellas es la liberación de la opresión; la otra, la prosperidad económica. El faraón los tenía bajo la pobreza más absoluta batiendo barro y cociendo ladrillos. Pero cuando se reunieron alrededor del cordero, la prosperidad se activó. Oro, plata, ganado, vestidos de lujo, ovejas y todo tipo de riquezas llegaron a manos del pueblo de Israel.

Ha llegado la hora de romper con el yugo de la opresión y la miseria de las tinieblas. No fueron la queja, la súplica, las plagas, los piojos, las ranas, ni absolutamente ninguna señal externa ni sobrenatural lo que desestabilizó al imperio faraónico, solamente la presencia del cordero en medio de una familia unida.2

 

La presencia de nuestro Redentor aleja el mal, la maldición y al propio enemigo. El acuerdo en los hogares garantiza que no entre a tu casa la miseria, el adulterio, la ruina o cualquier forma de destrucción. Cuando vives en el poder del acuerdo y las oraciones en el matrimonio son sentidas y fervorosas, definitivamente el diablo y todos sus demonios no podrán entrar porque el Vencedor está en tu casa.

La unidad activa el poder de la bendición sobrenatural. Esa es la razón principal por la que Pablo enfatiza: “Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”, Efesios 4:3.

Hay matrimonios que viven en la misma casa, pero totalmente separados; mundos diferentes bajo un mismo techo. Hoy se alega que el divorcio es positivo porque si se terminó el amor, la relación carece de sentido. Dejar librado a los sentimientos pasajeros de las estaciones del corazón el futuro de un matrimonio es una verdadera necedad.

El desafío del matrimonio es hacer de dos personas diferentes y con identidades únicas una unidad real que permita el crecimiento exponencial.

 

Hemos enseñado por años la importancia de las “mini lunas de miel”, de los pequeños gestos de ternura y las demostraciones de genuino interés, pero nunca valoramos las ventajas de la unidad en todo emprendimiento familiar. Probablemente este aspecto del matrimonio constituya el desafío más importante en este tiempo y la clave para incontables bendiciones.

 

¿Por qué vivir en la mediocridad si podemos vivir en plenitud? ¿Por qué permitir que las bendiciones se escapen por la puerta de atrás? ¿Por qué boicotear el propio futuro? El Antiguo Testamento nos informa que el arca de Dios estuvo 20 años en casa de Abinadab (1º Samuel 7) sin que se manifestaran cambios, pero tres meses en la casa de un hombre que honró la presencia del Señor como Obed – edom (2º Samuel 6:11) y las bendiciones fueron extraordinarias. La presencia de Dios otorga seguridad, estabilidad, felicidad y eternidad. ¿De cuántas desgracias podríamos salvarnos si tuviéramos en cuenta este principio? ¿Cuánto dolor, sufrimiento y llanto evitaríamos si nos moviéramos bajo el principio de la unidad y el acuerdo en nuestros hogares?

 

Si permites que la presencia de Dios fluya en tu hogar todo el día y todos los días, tu familia no será tocada por el mal y, aunque atravieses dificultades, éstas retrocederán. Tus hijos serán protegidos y tu futuro prosperado. Redobla tus esfuerzos para mantener una misma visión, un mismo lenguaje, un mismo sentir y una misma adoración. Renuncia a la maldición de la división y el desacuerdo. Proclama que, de ahora en adelante, todos los que componen tu hogar vivirán bajo el principio de la unidad. Muévete en el poder del acuerdo matrimonial y familiar y darás lugar a hechos sorprendentes y sobrenaturales de Dios. Recuerda que el éxito más importante comienza en tu propio hogar.

 

 

Extraído del libro “Casados y felices”

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