En Jueces 20 se menciona una guerra entre los israelitas y una fortaleza espiritual sexual. Un levita y su concubina regresaban de un largo viaje y decidieron pasar la noche en una ciudad llamada Gabaa. Un anciano los hospedó en su casa y mientras disfrutaban de la cena algo tenebroso sucedió: “Los hombres de aquella ciudad… hijos de Belial, rodearon la casa… diciendo al… viejo dueño de la casa… Saca al hombre que tienes en tu casa, queremos tener relaciones sexuales con él”, Jueces 19:22a (RVG) y 22b (PDT).
Aquellos degenerados eran hijos de Belial y Pablo aclara que Belial es Satanás: “¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial?”, 2ª Corintios 6:15. O como dice otra versión: “¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo?”, NTV. ¿Te das cuenta?
Aquella potestad espiritual se hacía cada vez más fuerte a medida que sus fieles seguidores le rendían adoración mediante prácticas sexuales aberrantes (recuerda que como no pudieron violar al hombre violaron a la mujer del levita hasta que la mataron).
Los israelitas solo pudieron derrotar aquella fortaleza cuando incluyeron a Dios en la guerra mediante la adoración de sacrificio. Emplearon todos los recursos espirituales posibles: comunión, acuerdo, oración, quebrantamiento, lágrimas, ayuno y ofrenda voluntaria. Los adoradores a Dios ofrecieron una ofrenda irresistible. ¿Y cómo les fue? Salieron y derrotaron por completo al ejército enemigo, Jueces 20:35.
Jesús mismo dijo que hay potestades que no se van sino con ayuno y oración, Marcos 9:28-29. No se puede romper una fortaleza sexual y anular una maldición con recursos humanos. ¡No se puede sin Dios! La atadura no se rompe, la batalla no se gana y la bendición no llega si Dios no interviene.
La existencia de un reino maligno sobrenatural es una realidad y exige adoración; pero Dios nos da la estrategia para enfrentar esas potestades apelando a recursos espirituales que son poderosos para la destrucción de fortalezas: “Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios…”, 2ª Corintios 10:4 (NT BAD).
Así como era humanamente imposible que Moab ganara la guerra también lo es que una pequeña minoría sexual logre cambiar la cosmovisión de una sociedad en pocos años. Sin embargo, la ideología de género se hace cada vez más fuerte.
Solo si aceptamos la idea de que existe una potestad espiritual detrás de este movimiento entenderemos la razón de su influencia. “Nuestra lucha no es contra seres de carne y hueso, sino contra seres incorpóreos —malignos soberanos del mundo invisible, poderosos seres satánicos y príncipes de las tinieblas que gobiernan este mundo— y contra perversas huestes espirituales en el mundo espiritual”, Efesios 6:12 (NT BAD).
Esta fortaleza es cada vez más fuerte porque se alimenta de las ofrendas que le dan sus seguidores. ¿Qué ofrenda? Entre otras cosas, la vida de los niños. El aborto es la ofrenda moderna de los sacrificios que antiguamente se le rendían al dios Moloc y a Quemos.
Existe una relación muy estrecha entre el mundo demoníaco, la perversidad sexual y el sacrificio de niños. ¿No te has dado cuenta que el eje central de este movimiento ideológico son los niños? Ya sea mediante el aborto que elegantemente llaman interrupción voluntaria del embarazo o el adoctrinamiento en los años de formación, el objetivo siempre son los niños.
Están decididos a imponer programas desde la infancia para crear una nueva forma de pensar que excluya a Dios y a sus preceptos en las futuras generaciones. ¿Es un movimiento en favor de los derechos humanos o es un movimiento anticristiano que limita nuestra libre expresión y forma de vida?
Lo más preocupante no es lo poderosa que se está haciendo esta potestad sino lo dormida e hipnotizada que está la iglesia y la sociedad al punto de que ya no vemos con malos ojos que se debata una ley para matar niños. Incluso, por temor a perder los subsidios, algunos colegios cristianos aceptaron las exigencias de los políticos de turno e incorporaron contenidos que son abiertamente contrarios al diseño de Dios para la sexualidad.
¿Seguiremos impávidos, escondiendo la cabeza, tratando de proteger nuestro pellejo y colaborando con los propósitos del diablo o nos comprometeremos con la causa de Cristo velando con recursos espirituales por nuestras familias y advirtiendo a la sociedad que un manto de oscuridad se cierne sobre nuestra nación? Nuestra actitud demostrará cuánto honramos a Dios.
Basta de ser discípulos mudos. Hagamos conocer la voluntad de Dios claramente y, al igual que los israelitas que enfrentaron con éxito aquella potestad sexual, apelemos a las armas espirituales de la oración, la unidad, el quebrantamiento, las lágrimas, el ayuno y la ofrenda. Perdamos el miedo, alcemos bien en alto el nombre de Dios y gritemos, ¡a la batalla pero con recursos espirituales!
Te recomendamos ver la predicación de este artículo en el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=KZnV8HArCNA
Extraído del libro “Ideología de género”