Antes de decir SI

El matrimonio es una aventura hermosa siempre y cuando se priorice el valor de la comunicación. Existen distintos grados de comunicación y se debe aspirar a uno en el que se pueda dialogar emocionalmente; es decir, compartir los deseos y sentimientos más íntimos del ser. Este nivel permite hablar la verdad en amor, ser sinceros pero sin condenar; abiertos pero no exigentes. Representa una búsqueda por comprender los pensamientos y sentimientos de la pareja en vez de condenarla, es buscar el modo de crecer juntos a pesar de las diferencias. ¿Significa que los novios deban compartir todos y cada uno de los pensamientos y sentimientos que llegan a su mente? No. A veces ‘sacar los trapitos al sol’ puede lastimar profundamente una relación.

Gary Chapman dijo: “Hace algunos años, la psicología enfatizó la apertura y la sinceridad, por lo que se alentaba a las parejas a hablar de todos sus pensamientos y sentimientos con la idea de que así gozarían de mayor intimidad. Esa escuela de pensamiento tuvo poca vida. Esa filosofía resultó devastadora para muchos matrimonios. La razón es que en ocasiones tenemos pensamientos descabellados o sentimientos disparatados. ¿Qué marido alguna vez no sintió deseos de tirar todo por la borda y perderse entre la multitud? ¿Y habrá alguna esposa que no haya tenido ese mismo sentimiento? Hay pensamientos que son tan incongruentes o negativos que no merecen ni siquiera ser puestos en palabras. Recuerdo que hace varios años fui consejero de una pareja durante esta moda de ser totalmente francos. Llevaban tres meses de casados cuando el marido le contó a la esposa que mientras almorzaba reconoció a una ex compañera de colegio entre las que atendían las mesas. “La verdad es que sentí ganas de invitarla a salir”, terminó por confesar. Esa mujer estaba desconsolada ante la idea de que su marido pudiera pensar eso a solo tres meses de casados. Ella decía que él no podía pensar así si la seguía amando. Todos los argumentos del esposo en cuanto a que se trató de un pensamiento pasajero y que la mesera no significaba nada para él no fueron suficientes para disipar sus temores. Conclusión: a los pocos meses se separaron.

Estos pensamientos hay que exponerlos ante Dios. En 2ª Corintios 10:5 Pablo enseña que debemos llevar “todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo”, LBLA. La respuesta cristiana ante tales pensamientos y sentimientos es confesarlos a Dios para luego enfrentar la vida de manera positiva con la guía divina. Compartirlos con la pareja resulta devastador para la relación, pero es igualmente destructivo que los fomentemos en nuestro interior. Es mejor seguir el modelo bíblico de llevarlos a Dios, someterlos a su divina autoridad y apartarnos para que no nos dominen”.2

 

Qué se debe contar y qué no acerca del pasado

Conocimos a Martina y Pablo en Centroamérica. Llevaban 27 años de casados. El noviazgo fue todo un desafío. Él era sumamente celoso y muy controlador. Antes de casarse le preguntó si había tenido alguna experiencia sexual a lo que ella contestó: “lo normal”. Ambos definieron la relación como bastante buena.

Todo cambió después de la conversión de Martina. Creyó conveniente desempolvar el pasado y, sin recibir asesoramiento alguno, comenzó a revelar con detalles su verdadera historia sexual. Su esposo enloqueció. Empezó a exigir que le contara todo y, ella, a cuenta gota y bajo amenazas y golpes, fue armando su pasado. Había sido promiscua, había estado con dos hombres a la vez y se había hecho un aborto. Él no pudo soportarlo, empezó a castigarla físicamente y a abusar sexualmente. Martina soportó todo tipo de vejámenes y maltratos. Era la manera que él tenía de ‘cobrarle su mentira’, la hizo sufrir, le fue infiel en múltiples ocasiones y con muchas personas diferentes. En lo sexual, él era muy brusco. Se acostaba en la cama y exigía. Si su esfuerzo era infructuoso, la golpeaba; si daba resultado, la abusaba.

El esfuerzo por ser ‘honesta’ se convirtió en una serie de acusaciones crueles y dolorosas que terminó por noquear la relación. Con casi 50 años Martina vive resentida y totalmente amargada. Él también se siente destruido, su odio hacia ella lo han llevado a la depresión, a la adicción a la pornografía, al descuido del trabajo y a la doble vida.

¿Cuán ‘honestos’ deberían ser los novios acerca del pasado sexual? ¿Están obligados a comunicarse todos los ‘secretos’? “En nombre de la honestidad, algunas personas dan a sus compañeros demasiada información sobre acciones y pensamientos pecaminosos del pasado y del presente. Para sentirse bien con ellas mismas, depositan sus sentimientos de culpa sobre sus compañeros hiriéndolos sin necesidad”.3

Si bien es cierto que ninguna relación de noviazgo puede edificarse sobre la base de la mentira, decir la verdad ‘a secas’ podría causar muchos problemas. Ser honestos no significa que los novios deban contarse cada detalle de relaciones anteriores. Ser honesto en el sentido de decir la verdad no es lo mismo que expresar cada sentimiento y pensamiento que cada uno tenga.

Decir la verdad en la relación es vital. Pero antes de demandar o compartir los pormenores de situaciones pasadas, primero sé honesto contigo mismo sobre tus propios motivos. “¿Es para beneficio de la relación? ¿O es un intento para satisfacer alguna de tus propias necesidades de una manera inmadura y egoísta? ¿Quieres revelar el pasado para sacarte de encima la culpa y la vergüenza? ¿O simplemente para sentirte mejor? Estos no son motivos valederos, especialmente si el costo para tu pareja es el dolor y la pérdida de la confianza”, Romie Hurley.

Coincidimos con Phillip Swihart cuando dice que las parejas debieran contar todas aquellas cosas del pasado que podrían condicionar la relación presente, por ejemplo: si han tenido un compañero sexual o varios, si estuvieron casados o en una relación de pareja que involucró la convivencia, si tienen hijos, si padecen alguna ETS, si están con deudas pendientes o embargos sobre el patrimonio, si pesa sobre ellos alguna causa judicial, etc. Pero algunas cosas sería preferible que quedaran allí, como contar detalles sexuales de relaciones pasadas, así como comparar la relación actual con alguna de las anteriores. A veces mantener la boca cerrada es un verdadero acto de amor.

Lo que nunca debe ocultarse son las conductas deshonestas en la relación presente. No coincidimos con aquellos terapeutas que, ante un acto de infidelidad, piensan que lo mejor es callar. Con una conducta sexual impropia se ha violado un pacto, se ha traicionado la confianza y se ha mentido descaradamente. No existe restitución ni perdón sin confesión. La pareja afectada debe saberlo y decidir qué hacer con esa relación. Edificar una relación de noviazgo o un matrimonio sobre la base de la mentira es un fraude y resulta la antesala del desastre.

 

Ejercicio. Desde el inicio del noviazgo necesitan ser muy transparentes y abiertos respecto al pasado con el fin de disminuir las sorpresas más adelante; por supuesto, teniendo en cuenta lo que se dijo en este capítulo. El noviazgo es un periodo para descubrir distintos aspectos de la otra persona. Es sabio emplear tiempo para escuchar aquellas cosas del pasado que influyeron en la personalidad presente, solamente si enriquecerá la relación. Pregúntale a tu novio/a:

  • ¿Estás libre física, económica y emocionalmente de relaciones previas?
  • ¿Qué cosas no están resueltas y podrían afectar nuestra relación?

 

Extraído del libro “¡Horror! Desperté con un desconocido en mi cama.

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