Nº29 // Vitaminas para la autoestima

Un problema acuciante en la actualidad es observar a tantas mujeres con una autoestima muy frágil. Se les ha enseñado que deben hacer cualquier cosa para gustarles a los hombres. Ellas se producen para ser conquistadas. El problema es que frente a las modelos que exhiben los medios masivos de comunicación es fácil sentirse en desventaja. Se les ha hecho creer que la belleza física es todo y no se las educó para confiar en sus atributos, más allá de sus cuerpos. Viven en una constante autodevaluación de sí mismas. “No nos enseñaron a confiar en los atractivos ni en la seducción que es capaz de ejercer un cuerpo que no cumple con los requisitos que se exigen socialmente: turgencia, delgadez, trasero parado y senos en su lugar. Por el contrario, nos metieron en la cabeza que, para ser amada, una mujer debe ser eternamente joven y bella, y que sus posibilidades de seducción se agotan apenas se aparta de los cánones de belleza instituidos”, Beatriz Goldberg.

La autora del libro Mujeres en Cambio dice: «En realidad, la autoestima femenina es tan débil, que deberíamos contratar a un mini ejército de profesionales para fortalecerla: un floricultor para que le ponga un tutor y no la deje caer, un arquitecto que le agregue una columna que la sostenga, un especialista en terremotos para establecer la profundidad de las grietas en el amor por nosotras mismas, un restaurador para devolvernos la confianza que tuvimos alguna vez. Pero el profesional más necesario sería un nutricionista del afecto que nos diera una dieta para fortalecer la imagen que tenemos de nosotras mismas, hacer subir el peso a nuestro ego, reducir el contorno de la autocrítica negativa y fortalecer la masa muscular del amor propio».

Si un día te gustas y otro no; un día te sientes joven, atractiva y ganadora pero al otro te sientes vieja, fea y perdedora, entonces tu autoestima es muy inestable. Si esto describe tu realidad, entonces necesitas una fuerte sobredosis de vitaminas para fortalecer el amor hacia ti misma. La Biblia dice que eres una obra de arte digna de un eximio artesano. No dejes que los patrones culturales determinen cuánto vales. No eres un despojo. No eres de segunda. No estás en la mesa de saldos. Eres especial, única e irrepetible.

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