El género y la guerra espiritual

Cuando des… tu Padre… te recompensará… Cuando ores… tu Padre… te recompensará… Cuando ayunes… tu Padre… te recompensará”, Mateo 6:3-4, 6, 16-18 (NTV).

Jesús dejó bien en claro que existe una recompensa para los que practican las disciplinas espirituales del dar, orar y ayunar. Pero el premio parece ser mayor cuando uno las combina, como hizo Cornelio. Pese a no ser judío, Dios arribó a su casa y bendijo a toda su familia. ¿Por qué? Porque tenía por costumbre dar, orar y ayunar: “Cornelio dijo: …yo estaba en ayunas; y… mientras oraba… se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios, Hechos 10:30-31. Ser llenos del Espíritu Santo y tener una familia bendecida son solo algunos de los beneficios de practicar estas disciplinas espirituales. Además, como veremos a continuación, estas disciplinas unidas sirven para romper maldiciones, ser libres de ataduras sexuales y ganar batallas espirituales.

Analicemos un ejemplo bíblico. Los capítulos 19 y 20 del libro de Jueces narran una historia digna de una película de terror. Un levita y su concubina regresaban de un largo viaje y decidieron pasar la noche en una ciudad llamada Gabaa. Un anciano los hospedó en su casa y mientras disfrutaban de la cena algo tenebroso sucedió: “Los hombres de aquella ciudad, hombres hijos de Belial, rodearon la casa, golpeando las puertas, y diciendo al… viejo dueño de la casa: Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos, Jueces 19:22 (RVG). El verbo que se emplea para ‘conocer’ es el mismo que aparece en Génesis 4 cuando se dice que Adán conoció a Eva, dando a entender que tuvieron intimidad sexual. Se encuentra también en Génesis 19 cuando los habitantes de Sodoma llamaron a Lot y le preguntaron: “¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos, Génesis 19:5. En otras palabras, los hombres de aquella ciudad querían satisfacer sus deseos homosexuales violando al levita: “Unos degenerados rodearon la casa y dando golpes en la puerta dijeron: —Saca al hombre que tienes en tu casa, queremos tener relaciones sexuales con él, Jueces 19:22 (PDT).

La depravación sexual era mayúscula no solo por las intenciones de los hombres de Gabaa sino por la facilidad con que el viejo hospedador y su huésped, el levita, entregaron a las indefensas mujeres para que fueran sometidas sexualmente: “El anciano salió para hablar con ellos. —…no hagan algo tan perverso. Pues este hombre es huésped en mi casa… Miren, llévense a mi hija virgen y a la concubina de este hombre. Yo se las sacaré, y ustedes podrán abusar de ellas y hacerles lo que quieran…, Jueces 19:23-24 (NTV). La historia cuenta que violaron a la concubina durante toda la noche hasta que finalmente amaneció muerta a la puerta de la casa. Su despreocupado esposo tomó el cuerpo, lo partió en pedazos y lo envió a cada tribu de Israel para encender la indignación del resto de la nación e incitarlos a la venganza.

Aquellos que quisieron violentar sexualmente al levita y que finalmente abusaron sin piedad de la mujer eran hijos de Belial. Pablo aclara que Belial es Satanás: “¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial?”, 2ª Corintios 6:15, o como lo dice otra versión: “¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo?”, NTV. Existe una relación muy estrecha entre el mundo demoníaco y la perversidad sexual. Son fortalezas espirituales las que operan detrás de los movimientos que en la actualidad se han levantado para arruinar, denostar y denigrar nuestras creencias bíblicas de la sexualidad. Los que defienden la integridad sexual de los niños oponiéndose al abuso infantil, los que abogan por la complementariedad del hombre y la mujer, los que luchan por proteger el matrimonio heterosexual como pacto permanente delante del Señor y los que defienden la vida a partir de la concepción libran una batalla espiritual contra fortalezas demoníacas. El anciano de Gabaa trató de razonar con los degenerados que querían violar al hombre, pero no logró absolutamente nada. Esa es una prueba bíblica de que no ganaremos la batalla tratando de convencer a quienes se resisten el diseño divino de la sexualidad y la familia. Tocar las puertas de políticos o legisladores corruptos que no representan al pueblo sino a sus propios intereses políticos o argumentar con activistas que quieren limitar nuestra libertad de creencia y nuestra libertad de expresión no servirá de mucho. Nos dicen que debemos vivir nuestra fe de puertas hacia adentro. ¿No vivimos en un estado de derecho e igualdad? ¿Debemos acaso esconder nuestra fe? En lugar de pelear con recursos humanos deberíamos hacerlo con los recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición y que veremos a continuación.

Más del 90% de los niños abusados lo son por personas de su entorno familiar. Uno no puede creer que esas personas operen bajo influencia satánica, pero eso es lo que sucede. Los que utilizan su genitalidad como un arma de agresión o de dominación operan bajo principios satánicos y también lo hacen aquellos que toleran, permiten, apañan y hasta defienden a esa clase de calaña. La mujer que hace la vista a un lado mientras su esposo, novio o concubino se aprovecha sexualmente de sus hijos, el magistrado que suelta a los pedófilos y los legisladores que promueven leyes anti Dios son tan hijos de Belial como el que comete el hecho. La actitud del viejo dueño de la casa de querer entregar a su hija virgen era una atrocidad tan grande como la de los degenerados habitantes de Gabaa que querían someter sexualmente al levita: “¡Oh Israel, desde los tiempos de Gabaa, hay tan solo pecado y más pecado! No has mejorado en absoluto. ¿Acaso no fue justo que los hombres perversos de Gabaa fueran atacados?”, Oseas 10:9 (NTV). “Tu maldad es tan grande que en nada eres diferente de los que vivían en Gabaa; ¡pero no olvidaré tu maldad y te castigaré por tus pecados!”, Oseas 9:9 (TLA). ¿Y cuál fue el castigo de Dios para aquella ciudad? La destrucción total, Jueces 20:48. La violencia sexual está asociada con la destrucción de ciudades enteras.

La historia de horror sexual leída en Jueces se debía a que no había rey en Israel: “En ese tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que se le antojaba”, Jueces 21:25 (BL95). Cuando Dios no es rey, el pecado nos gobierna y nuestras vidas se desenfrenan. Al excluir a Dios automáticamente nos ponemos bajo la autoridad de Belial y la maldición nos llega como consecuencia. La Biblia dice que “la maldición nunca viene sin causa”, Proverbios 26:2 (BSO). Daniel 9:11 dice: “A causa de nuestro pecado, se han derramado sobre nosotros las maldiciones…”, NTV. Por lo tanto, si alguien está siendo torturado por el diablo y bajo maldición debería eliminar la causa. Y la causa de una maldición siempre es el pecado. ¿Qué pecados le han dado derecho legal al diablo para que te atormente? El viene para robar, matar y destruir. ¿En qué áreas te está robando? ¿Qué cosas están muriendo? No puedes romper con la maldición hasta que no hayas lidiado con la causa. La confesión, el arrepentimiento y la obediencia le quitan el derecho legal al diablo, entonces la maldición se rompe y los demonios se van.

¿Cómo se hace para romper con una maldición o pelear una batalla espiritual? Haciendo a Dios el rey de nuestras vidas. El inicio de la libertad comienza con el nuevo nacimiento. “Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia… Vivían en pecado… obedeciendo al diablo…”, Efesios 2:1-2 (NTV). “Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor”, Efesios 5:8 (NTV). Necesitamos un encuentro personal y vital con Jesucristo. Sin esa experiencia llamada conversión carecemos del poder necesario para obtener la victoria total sobre el pecado y sobre Satanás, 1ª Juan 3:8-9. No se puede ser libre de una atadura sexual o una maldición sin aceptar voluntariamente el señorío de Jesús. La Biblia afirma: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13.

En segundo lugar debes confesar, arrepentirte y apartarte de todo pecado. Si la puerta no se cierra, la maldición no se rompe y el diablo no se va. Por último, emplea los recursos espirituales de la oración y el ayuno para que tu liberación sea definitiva y duradera. Jesús dijo que existen demonios testarudos que no se van sino con ayuno y oración, Marcos 9:28-29. Es curioso el hecho de que el ayuno jugó un papel fundamental para derrotar a un pueblo repleto de perversión sexual. Lo que no pudieron lograr la unidad, la oración y las lágrimas fue posible cuando agregaron ayuno y ofrendas voluntarias: “Subieron… todo el pueblo, y fueron a la casa de Dios… ayunaron aquel día hasta la noche y ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz… Entonces el Señor ayudó al ejército de Israel a derrotar a los hombres de Benjamín”, Jueces 20:26 (DHH) y 35 (PDT). No se puede romper una fortaleza sexual y anular una maldición con recursos humanos. ¡No se puede sin Dios! La atadura no se rompe, la batalla no se gana y la bendición no llega si Dios no pasa a ocupar un lugar en nuestras vidas muy distinto del que ha ocupado hasta ahora.

No te conformes con leer este artículo y seguir con el próximo. Debes tomar decisiones radicales. La primera decisión es: ¿realmente has hecho a Cristo el Señor de tu vida? Una confesión verbal de fe que no se traduce en un cambio en la vida y en obediencia a la Palabra carece de sentido. No tengas una falsa seguridad. Algunos oraron una vez diciéndole al Señor que venga a su vida y creen que con eso compraron el boleto al cielo. Pero a ese grupo de personas no les interesa en lo más mínimo vivir para él, honrarlo con su vida y amarlo de todo corazón. ¿Cómo puedes creer que esa fe es cierta cuando no impacta en todas las áreas de la vida? ¿Cómo puedes creer que esa fe te llevará al cielo si no puede librarte del infierno? Juan 15:5 dice: “El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada”, BLS. Si tu fe ha sido de la boca para afuera, pero no has puesto todo tu ser bajo el dominio absoluto de Jesús, entonces ha llegado el momento de hacerlo.

Si hiciste una entrega real y posees en tu espíritu la seguridad de que eres hijo o hija de Dios, pasemos a la segunda cuestión trascendental: ¿Tiene Cristo el primer lugar en tu vida y agenda; en tu jornada diaria y en tu día a día? ¿Permaneces en sujeción al Espíritu Santo?

Ni siquiera pienses en hacer algo más hasta que no hayas tomado una decisión al respecto. Cristo no puede ser un amuleto de la suerte o un fetiche frente al temor; tampoco alguien a quien recurras solo cuando estás en dificultades. Si Él no es Rey siempre no es rey nunca.

Luego de haber tomado muy en serio las dos decisiones anteriores, deberás pasar a la siguiente: ¿Oras todos los días de manera sentida y fervorosa? ¿Son tus tiempos de oración encuentros con Dios? No deberías rendirte a una vida religiosa fría cuando tienes la oportunidad de conocer al Señor de manera tan personal e íntima por medio de la oración. La tercera decisión es comenzar a orar buscando la presencia del Señor y permitiendo que el Espíritu Santo te ministre. Si acudes con una actitud humilde y perseveras todos, todos los días, el Señor se revelará a tu vida.

Cuando hayas comenzado a orar todos los días, sin fallar a la cita divina nunca y le demuestres al Señor que vas en serio, que quieres conocerlo, recién allí comienza a incorporar el ayuno.

¿Cuánto tiempo pueden llevarte todos estos cambios? Un día, un año o toda la vida. Depende del hambre por Dios y la pasión que sientas por su presencia. El Señor te anhela, pero tu abulia puede ser tu peor maldición. No dejes que la pereza, la flojera o el amor al mundo te separen de Dios. Recuerda: las ataduras no se rompen, las batallas no se ganan y la bendiciones no llegan si Dios no pasa a ocupar un lugar en tu vida muy distinto del que ha ocupado hasta ahora.

Extraído del libro “Cuestión de género”